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En un contexto rural, la educación de manera presencial es algo fundamental al no poseer conexión de Internet para las clases online. Además, los niños necesitan un acompañamiento constante de los docentes para comprender las tareas. En zonas de frontera, existe la influencia de países como Brasil, lo cual representa otro desafío para la enseñanza.
Entre estas experiencias, desde la Escuela 940 “Educación para las primaveras” ubicada en El Soberbio, la docente Alejandra Rosi contó que “el año pasado cuando no hubo nada de presencialidad, en esta escuela, por más que se armaron grupos de WhatsApp, la realidad es que no todas las familias tienen teléfono o Internet. Así que se organizaron unas fichas de actividades para distribuirlas junto con un apoyo alimentario. Entonces, se garantizó la llegada a todos los chicos”.
Tres veces por semana
Este año, los estudiantes “comenzaron a venir en grupos, vienen tres veces por semana uno y dos veces otro. Esto fue contemplado de acuerdo al espacio que hay y la cantidad de mesas, sillas, de manera de mantener el distanciamiento exigido por protocolo”, agregó.
Por parte de la comunidad educativa, “lo que se hizo fue acompañar con las actividades y el WhatsApp. Además, se necesitaba un apoyo familiar y los chicos que lo tuvieron lograron cumplir con las propuestas del año pasado y los que no, estuvieron casi a la buena de Dios y este año volvieron así a la escuela”, lamentó. Esta docente remarcó que durante el 2021 “lo importante es que ahora contamos con algo de presencialidad”.
Actividades productivas
Entre las particularidades de la enseñanza en la colonia, Rosi explicó que “en una zona rural con grados acoplados, con chicos donde en sus casas no tienen tanta estimulación, no se logra una educación en tiempos similares a las ciudades. Sumado al contexto de pandemia, imagínense el año pasado”.
Como parte de la vida en ese contexto, detalló que “el chico debe integrarse a la vida productiva, ayudar a sus familias, trabajar con los animales en las chacras. Sucede que algunos lo hacen más que otros y dejan que sus hijos sólo estudien, pero la mayoría lo integra”.
Alejandra Rosi contó también que en el lugar “todas las familias aún hablan el portuñol y creo que seguirá siendo así. Al ingresar a la escuela, es como un desafío en la alfabetización porque tienen que aprender a leer y escribir en otro idioma”. En Educación para las primaveras “la escuela sigue con el comedor funcionando y los talleres, aunque estos un poco reducido”, añadió.
Para la nutrición de los chicos, “el propio comedor se abastece con la producción de la escuela, en la huerta y la granja, donde faenan los chanchos, conejos, los pollos. Por eso, la calidad de los alimentos es muy nutritiva y se intenta mantener eso. Todo está muy caro y con el dinero que le corresponde para comedor no se podría sostener lo que se hace”.