Para la literatura de Misiones, la muerte de Víctor Daniel Verón Lezcano significó la pérdida de uno de sus más grandes artífices, dejando como herencia dos novelas publicadas y una inédita además de gran cantidad de ensayos e investigaciones.
Nacido en Encamación (Paraguay) el 21 de julio de 1925, se radicó en Misiones cuando solamente tenía 10 años, es decir, en 1935. Pero recién en 1990, un año después de clasificar con su novela “Los pájaros sagrados” como finalista del certamen literario de la editorial Plaza&Janés, obtuvo la ciudadanía argentina.
Autodidacta, Verón se constituyó en un investigador lingüístico tanto del castellano como del guaraní, actividad que proyectó mediante artículos en los diarios de la región, cursos, talleres y ensayos.
Colaborador asiduo de los suplementos culturales y las páginas políticas de PRIMERA EDICIÓN, Víctor Verón desarrolló su vena de cuentista en este diario y también dio a conocer su opinión sobre temas culturales en general y sobre otra de sus preocupaciones más acendradas: la ecología, que desde su punto de vista debía ser muy tenida en cuenta en Misiones.
Los pájaros sagrados
Sin duda, el legado imperecedero de Víctor Verón a la cultura misionera son sus novelas “Los pájaros sagrados” y “La llama y el viento”.
La primera tuvo su edición inicial en 1989 de parte de la desaparecida cooperativa Minga Guazú de Eldorado; luego en 1995 la Editorial Universitaria la incluyó en su colección Libros Arribeños. La segunda fue publicada por el Instituto Superior del Profesorado Antonio Ruiz de Montoya en 1997.
Premio Arandú
Por su obra “Los pájaros sagrados”, Verón mereció el premio Arandú que confería la Municipalidad de Posadas en 1996 y ese mismo año la filial Misiones de la Sociedad Argentina de Escritores (SADEM) le otorgó el galardón Andrés Guacurarí.
En los 65 años que vivió en Misiones, Verón se desempeñó en el periodismo, actividad en la que se destacó por la edición de su revista Eldorado, de la que fue fundador y director. También pasó por el periódico Eco Norte, la revista Panorama de Misiones, Juglaría (del Instituto Montoya), Esto es Eldorado (1980) y Revista Megafón, entre otros.
“Sumisión y respeto a la lengua”
Hace 20 años, pocos días después de la muerte del escritor, Esteban Abad publicaba lo siguiente en PRIMERA EDICIÓN:
En sus novelas Víctor Verón brinda al lector un pasaporte irrechazable para el ingreso al mágico reino de la literatura latinoamericana; el tan comentado realismo mágico de los escritores de esta parte del mundo es, en la obra de Verón, omnipresente. Es tan fantástica que puede extenderse ante el lector como una alfombra que al pisarla (léase leerla) transforma la ficción en realidades. Y por lo tanto puede transformar la realidad en algo fácilmente confundible como una creación ficcionaria de la imaginación del autor.
En las páginas de “Los pájaros sagrados”, por ejemplo, la poesía, el romanticismo, lo épico, lo histórico, lo sensual y erótico y hasta lo ecológico trasuntan de la bellísima prosa que Verón construye -como él mismo lo afirma- “con la que todo escritor debe”.
Víctor Verón (a quien alguien calificó como el García Márquez de los misioneros) ha partido, tal vez porque su
imaginación le permitió siempre volar más alto y más lejos que cualquier ser alado. Entristece pensar que este vuelo no ha sido literario, sino absoluto. Queda no darle al escritor que parte el destino de los verdaderos muertos: el olvido. No condenarlo en la muerte a continuar con la indiferencia a los que como él ponen a disposición de su tierra tan todo de sí, que en vida le dieron su substancia quimérica, inmaterial, y en la muerte le ofrendan lo que resta de ellos, sus despojos.