El fútbol mundial se estremeció hace cuatro años, aquel 25 de agosto de 2020, con una noticia de alto impacto: el astro argentino Lionel Messi le comunicaba formalmente al FC Barcelona su intención de desvincularse después de 20 años en el club y de casi 16 en el equipo de primera división con el que marcó una era de títulos y récords personales.
El rosarino envió un documento (el famoso burofax) a las oficinas del club para activar la cláusula de salida de su contrato que vencía a mediados de 2021, en medio de una severa crisis del club después de la eliminación en la Liga de Campeones a manos del Bayer Múnich (8-2).
Después de recibir el mensaje del astro, la Junta Directiva del Barcelona convocó a una reunión de urgencia para determinar los pasos a seguir, sin descartar una batalla legal para intentar retenerlo.

Finalmente, tras varios días de tensión, Messi se dio cuenta de que tenía casi nulas posibilidades de salir del club sin dañar gravemente a ambas partes y se resignó a continuar. Además, el recambio en la cúpula directiva del Barça trajo cierto aire fresco que acercó de nuevo al astro y a la institución.
Tanto es así que hasta un mes antes “Lio” estaba convencido de que seguiría en Barcelona al menos por dos años más… hasta que la difícil situación económica del club y las restricciones financieras vigentes en la Liga española cumplieron lo que el argentino quería un año atrás pero ahora ya nadie quería: tendría que irse sí o sí.
Nadie quería, menos el Paris Saint-Germain de Francia, que rápidamente se hizo con sus servicios.