Una amiga me contó el cuento “El Rey y la Peste”, tuvimos una hermosa y profunda conversación sobre un tema que tiene la potencialidad de cambiarnos la calidad de vida y me gustaría compartirlo con ustedes.
La fábula “El Rey y la Peste” cuenta sobre un rey árabe que atravesaba el desierto cuando se encontró con la peste. El rey le preguntó inquieto: “Peste ¿para dónde vas?” a lo que la peste le respondió: “Voy a Bagdad a matar a 500 personas”. Días después volvieron a encontrarse y el rey muy disgustado la increpó diciendo: “Peste mentirosa, me dijiste que ibas a Bagdad a matar 500 personas y mataste 5 mil” a lo que la peste respondió: “Efectivamente yo maté 500 personas. Los demás se murieron de miedo”.
¿Cuántas cosas hacés por miedo? ¿Cuántas cosas dejás de hacer por miedo? ¿Cuántas decisiones tomas desde el miedo en lugar de hacerlo desde la esperanza? ¿Qué pesa más en tu vida: el miedo a perder o la posibilidad de ganar?
No sólo me refiero a ésta elección ante un conflicto. Si bien a menudo la gente al momento de cerrar un acuerdo lo hace teniendo en cuenta lo que teme perder en lugar de enfocarse en cuánto podría ganar, me refiero también a la cantidad de experiencias que nos perdemos, a las veces que reaccionamos atacando por pensar desde el mal, en lugar de hacerlo desde el bien.
El miedo levanta muros, nos pone a la defensiva, impide que la vida entre. En cambio, vivir desde la confianza activa mecanismos de apertura a la vida, a las emociones, a lo que tenga que suceder.
¿Cuántas veces no dejamos que nos conozcan de verdad, cuántas veces huimos de relaciones, cuánto dejamos de expresar y de sentir por miedo, ¿cuántas veces dejamos de intentar?, ¿cuántas veces nos anestesiamos con alcohol, comida, cigarrillos o alguna sustancia por miedo? A veces por miedo a sentir miedo o por miedo a sentir dolor, tristeza, abandono…
¿Es tendencia humana? ¿Es el resultado de vivir desconectados de lo que sí está sucediendo en este momento, de esa presencia que nos inunda en forma de emociones y sensaciones?
Confiar requiere coraje porque implica abrirse a incluir todo lo que sucede en tu experiencia, sin excepción, sin categorías.
Les propongo que confiemos. Probá con algo sencillo, animáte a tener esa conversación que estás posponiendo, enviá ese mensaje, buscá más información sobre algo que te interesa y no te animás a hacer.
De a poco, cuanto más te abrís, cuanto más confiás vas descubriendo que las emociones no te matan sino que te guían para saber qué necesitás y que si algo sale mal, siempre podés volver a vos mismo.
Hoy mi invitación es a no dejarte llevar por el pánico. Estáte atento, no dejes “vagabundear” la mente. La confianza incluye, el miedo excluye.
La confianza se sustenta en el presente, requiere del presente. El miedo en cambio, vive en el pasado y en el futuro.
¿En qué enfocás tu atención? Acordáte que el universo siempre conspira a nuestro favor y agradece a quien confía.
Sólo es cuestión de creer, así de simple, así de complejo.