Santa Ana es sin lugar a dudas una de las localidades más antiguas de Misiones. Sin embargo, se toma como punto de partida o fecha de referencia para recordar el aniversario del pueblo al 10 de septiembre porque en dicho día de 1883 se firmó el acta de lo que fue la segunda colonia nacional en el área.
En ese entonces, una Ley del Congreso de la Nación declaró a esas tierras aptas para la agricultura, y comenzó a destacarse la zona por su ingenio azucarero, conocido tiempo después como Ingenio San Juan. Dicho establecimiento funcionó desde la fundación de Santa Ana hasta el año 1904.
Desde sus inicios, el gobernador del Territorio Nacional de Misiones, Rudecindo Roca (hermano del presidente Julio Argentino Roca), impulsó este ingenio privado a gran escala, pero en 1892, una rebelión de los operarios, en su mayoría aborígenes de las pampas, desestabilizó la producción. Ahí Roca vendió la azucarera al empresario Otto Bemberg, que la mantuvo activa hasta 1904, cuando la crisis fue más fuerte y se desmanteló la fábrica.
Primero la Reducción Jesuítica de Santa Ana
Pero la historia de Santa Ana arranca mucho antes de 1883, puesto que esta localidad nace poblacionalmente en el año 1.637 como consecuencia de una refundación del enclave jesuita en las orillas del río Paraná, a raíz de la persecución que los bandeirantes realizaban a los sacerdotes y originarios de la zona oriental del río Uruguay.
Así, la Reducción de Nuestra Señora de Santa Ana, se sitúa muy cerca del actual ejido urbano de la localidad que lleva el mismo nombre. Fue una de las 30 Reducciones fundada en el siglo XVII por los Jesuitas en América durante la colonización española de América, transformándose en una de las Misiones de avanzada puesto que fue una de las que mejor aprovechó la utilización, canalización y riego del agua.
Lastimosamente fue abandonada cuando los jesuitas fueron expulsados de todos los dominios de la corona de España, incluyendo los de Ultramar, en el año 1767. Así quedó durante siglos en el olvido y merced del avance incesante de la naturaleza sobre ellas, como así también de los saqueadores y buscadores de tesoros.
Sin embargo, en el año 1984 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto a las Reducciones de San Ignacio Miní, Nuestra Señora de Loreto y Santa María la Mayor.
Puerto y época de esplendor
La localidad de Santa Ana tuvo su época de esplendor a principios del siglo pasado, cuando el puerto de la localidad era un punto neurálgico comercial por su vínculo con otros embarcaderos como los de Posadas, Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires.
Desde allí se cargaban maderas y yerba mate, pero con la llegada de las carreteras y el asfalto, los puertos -no solo el de Santa Ana-, fueron perdiendo el brillo, esplendor y movimiento hasta quedar prácticamente en el abandono y olvido.
Esto perjudicó a la ciudad, ya que dicho punto era creador de puestos de trabajo, intercambio comercial, movimiento económico, social y cultural que se fue extinguiendo.
Pese a ello, los pobladores de Santa Ana continuaron cultivando la tierra, en especial la yerba mate, con actividades agrícolas y ganaderas, y hasta la actividad arenera, constituyéndose en el lugar de la provincia de mayor extracción de arena.
También con el tiempo Santa Ana paso a ser reconocida regionalmente por su popular chipa (producto derivado del almidón de mandioca), como así también rapadura (turrón derivado de la caña de azúcar). Transformándose en la capital provincial de la Rapadura y del Vendedor de Chipa.
Parque Temático de la Cruz
El Parque Temático de la Cruz se encuentra sobre el cerro Santa Ana, a 360 metros de altura sobre el nivel del mar. Se desarrolla en un predio de 57,5 hectáreas de puro monte nativo misionero, con vertientes de agua, especies arbóreas autóctonas, aves de la zona y miradores naturales.
El mismo se encuentra a 45 km de Posadas, y a 15 km de San Ignacio, sobre la ruta Provincial 103, muy cerca de la localidad de Santa Ana.
Dentro de dicho Parque se encuentra la Cruz que da su nombre, un edificio principal de hormigón armado, de 30 metros de altura. Sobre el coronamiento de este edificio se erige la cruz, una estructura metálica de 52 metros, sumando en total 82 metros de altura.
La gran cruz fue construida con perfiles metálicos galvanizados en caliente, adoptando la forma de una típica cruz latina. Se puede subir a sus brazos a través de un ascensor que nos lleva hasta allí y así contemplar el paisaje en altura.
La base de la Cruz, presenta exteriormente formas curvas con rampas de circulación y escaleras externas que facilitan el acceso a diferentes niveles de miradores y terrazas, permitiendo múltiples vistas panorámicas por encima de la altura máxima de la vegetación.
Además, de la Cruz en el lugar se puede recorrer, visitar, disfrutar y observar el Anfiteatro Natural, el Teatro de la Selva, el Mariposario, el Vivero, la Capilla, los Senderos interpretativos y también el restaurante.
Fuentes: cruz.misiones.tur.ar – paisaje360.com – hcdn.gob.ar y Redacción Central