
En poco más de tres meses, el Centro Modelo de Asistencia y Seguimiento de Niños, Niñas y Adolescentes (CeMoAS) intervino en numerosos casos de chicos con problemas legales. Ubicado en la chacra 128 de Posadas, en el barrio San Gerardo, este dispositivo fue creado a partir de la Ley Provincial XIV N° 14 con una articulación entre el Ministerio de Gobierno y el Ministerio de Prevención de Adicciones y Control de Drogas de Misiones.
En comunicación con PRIMERA EDICIÓN la coordinadora del CeMoAS, doctora Teresa Santonato, explicó que con la reglamentación provincial “se creó este lugar para la atención de niños y adolescentes que tienen conflictos con la ley penal. Antes, estos chicos iban a una comisaría hasta que se devolvían a tutores, padres o eran dejados en libertad. Ahora todos los procedimientos pasan por el Centro”.
También al estar al frente de la Fundación Sol de Misiones, contó que “como organización no gubernamental tuvimos la experiencia con el dispositivo Centro de Admisión y Derivación (CAD), un programa nacional traído a través del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia. Como ya teníamos el edificio reformado, lo pusimos a disposición del Gobierno para funcionar el CeMoAS”.
Durante este año, “en el mes de abril tuvimos la visita del Gobernador y arrancamos en junio”, aclaró Santonato. Al principio, “las expectativas eran bajas, porque pensábamos que serían pocos por las estadísticas de los jueces. Sin embargo, superó todo lo esperado y tuvimos más de 25 chicos por mes los que pasaron por el Centro”, añadió.
Para su funcionamiento, indicó que “es un trabajo enlazado con la Justicia. Es un dispositivo de admisión y seguimiento, porque los menores están unas horas, verlos con el equipo interdisciplinario de profesionales y contactar a las familias o tutores”.
El seguimiento “es la tarea que hace una diferencia, porque si no pasan por estos dispositivos y no se sabe qué pasa con ellos, si volvieron a delinquir o consumir. En el trabajo en terreno, hay que ir hasta el domicilio en varias oportunidades. Generalmente, las familias están constituidas por madres solas, abuelas, el padre suele no vivir con ellos y también hay antecedentes de alojamientos previos en comisarías. En las visitas, se ve dónde vive, con quién, si están presentes los adultos”, agregó.
La coordinadora del CeMoAS detalló que en estos casos “son chicos que viven en barrios lejanos, generalmente villas. Desde el inicio, la más joven fue una nena de 13 años, pero en la experiencia como pediatra y trabajando en ese barrio, la chacra 128, he visto chicos de 10 años herir con arma blanca y otros de 14 años matar a alguien. Por ahora, no podemos decir que bajan en edades, pero rondan entre los 14 hasta 18 años”.
La doctora Santonato remarcó que “comenzaron a aparecer casos de niñas, que anteriormente no registrábamos en el dispositivo previo, el CAD. Además, tuvimos la experiencia de un menor nacido varón, pero que se percibía ahora como niña. Así que aprendimos de todo lo vivido en estos meses”.
En algunos de estos casos, “enlazamos la tarea con la UP-IV (Unidad Penal IV del Servicio Penitenciario Provincial), que tiene su dinámica interna, para que la ficha hecha de cada chico pueda servirles y de la misma forma su trabajo enriquezca el nuestro. Es una mirada que también sirve para saber cómo pararse frente al menor y su familia”.
Cuando el chico es traído por la Policía, “es revisado por el médico para tener su ficha de salud. En el dispositivo, puede bañarse, tener ropa limpia e ingresa a un espacio de seguridad, porque tampoco sabemos si puede ser agresivo. El equipo del Servicio Penitenciario actúa de celadores”, precisó.