Nacido en el barrio Villa Blosset, Emeterio Roberto Cardillo Moreno (86), dedicó 47 años al servicio de la educación técnica de la región. Es por eso que recientemente el Concejo Deliberante capitalino lo distinguió como “personalidad destacada”. Es que la trayectoria de este técnico mecánico nacional trascendió la labor profesional, brindando su esfuerzo, sacrificio, pasión y conocimientos. Aseguran que su impronta y personalidad influyó en los alumnos de las promociones de técnicos de las décadas del 60,70, 80 y parte del 90, de la EPET N°1, ubicada en Colón 9 casi Roque Pérez. Llevó a la institución a lo más alto de los estándares de la educación técnica argentina, distinguiéndose por una gestión que se convirtió en modelo a seguir por quienes lo sucedieron en el cargo. Llegó a director de la UNESCO el 11 de agosto de 1961 por concurso de antecedentes y oposición, siendo el único de todos los que detentaron ese cargo. Fue alumno, preceptor, profesor de física, matemática y dibujo técnico; vicedirector, y director de la EPET N°1. Fue uno de los primeros profesores ayudantes de cátedra cuando se inició la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la UNaM; y profesor de física en la Escuela de Aviación Civil.
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Entre los logros de su gestión se destaca la creación de la carrera de maestro mayor de obras y la construcción de la actual sede del establecimiento que se inauguró el 19 de mayo de 1978. Ascendió al cargo inspector de la escuela técnica de Misiones. En ese momento en la provincia había solamente cuatro instituciones técnicas (EPET 1 “UNESCO”, EPET 2 “Clotilde González de Fernández”, EPET 3 “Polonia”, de Oberá, y EPET 4 “OEA”, de Puerto Iguazú.
Modesto, tras escuchar la fundamentación del reconocimiento, Cardillo Moreno manifestó: “No creo merecerme esta distinción”. Sin embargo, evocó un agradecimiento a su esposa, Amanda Zampaca, con la que comparte 60 años de matrimonio, “que sacrificó su vida para que yo pueda realizar mi vocación”.
Su vida fue como la de cualquier chico de barrio, que estudió y se esmeró por salir adelante. Memorioso, de hablar pausado, recordó que ya en la vorágine de la docencia, por la noche llegaba cansado “a raíz del trajín diario, y las idas y vueltas al interior de Misiones o de otras provincias, lo que resultaba muy pesado. Iba sin chofer, en auto particular. Si bien me pagaban el costo del pasaje, prefería ocupar nuestro auto”. Cuando lo llamaron a dar clases, le ofrecieron 21 horas cátedra como profesor de termodinámica, estática, resistencia de materiales, mecánica de los cuerpos rígidos. “Fui ascendiendo por concurso. La Junta de Clasificación estaba en Rosario. Concursé como vicedirector y luego de mi desempeño por quince años, me ascendieron a director. Más adelante concursé para inspector, y seguidamente como inspector regional, cuya tarea abarcaba Misiones, Corrientes, Chaco y Formosa. Había un inspector a cargo de cada provincia, que estaban bajo mi mando. La palabra final era mía y la trasladaba directamente a Buenos Aires”, recordó.
A fines de la década del 70 “tenía a mi cargo 63 escuelas. Iba una semana y me perdía. Los chicos eran chicos y terribles, pero al regresar nunca recibí una sola queja sobre la crianza de los chicos, que resultaron personas increíbles”, confió quien fue coordinador zonal de la Organización de Estados Americanos (OEA) para Misiones durante siete años por contrato de locación de obra, y organizó once escuelas técnicas en distintos puntos de Misiones.
Comentó que, a diferencia de lo que sucede en la actualidad, debía efectuar numerosos cursos para poder rendir los concursos. En ocasiones “pasaba hambre, frío. Durante un viaje a Chile sufrí un cólico renal pero me facilitaron unos calmantes y asistí de igual manera, no había muchas opciones”.
Entre 1954 y 1956 fue a perfeccionarse a Alemania, gracias a una beca. “Fue una experiencia muy positiva. A pesar que había estudiado un poco antes de irme, desayunamos, almorzamos y cenamos alemán por tres meses para poder asistir a la facultad. Después, fui abriendo caminos y pude mandar a muchos chicos a ese país europeo”, agregó.
Sobre el reconocimiento recibido del cuerpo deliberativo aseguró que “significa mucho a esta altura de mi vida. Es demasiado”. Pero no es el único. En su biblioteca personal abundan diplomas cuidadosamente enmarcados. Entre ellos se destaca uno de la Escuela de Educación Técnica N° 13, de la localidad de San Javier, que lleva su nombre, y el entregado por la Cámara de Representantes, a su trayectoria.
Recuerdos que fluyen
Sus alumnos recordaron que durante su gestión se inauguró la nueva sede de la institución en 1978, después que la Municipalidad de Posadas cediera en comodato por 99 años, sus viejos talleres. Fue una ceremonia muy sentida porque primero se reunieron en Colón 9, donde Cardillo Moreno hizo el discurso de despedida de ese viejo edificio que cobijó a tantas generaciones de alumnos. Toda la escuela estaba formada por calle Colón, frente al edificio. Enseguida, el portero Pérez, cerró las puertas, puso llave y se las entregó al director. Desfilando por la avenida Andresito –hoy Roque Pérez-, Félix de Azara -pasando por Casa de Gobierno-, Bolívar, Corrientes y Centenario aún de tierra, ingresaron a la “nueva casa” donde aguardaban autoridades nacionales para dar inicio a una nueva etapa.
Entienden que llevó a la escuela al primer nivel tecnológico de su época porque tuvo la oportunidad de perfeccionarse en Munich, Alemania. El CONET envió a un conjunto de directores que se destacaban por su accionar, y él fue de la partida. Estuvo en ese país europeo durante dos años y eventualmente se especializó en la educación técnica ya que el modelo de la educación técnica argentina está basado, justamente, en la educación técnica alemana. Fue él quien generó y presentó la propuesta de hacer un nuevo edificio, así que en 1962/63 se colocó la piedra fundamental en un acto desarrollado en el predio actual. Luego, los alumnos comenzaron a calcular y a construir las estructuras, pilares, vigas y losas, de lo que sería el establecimiento. De esa vieja Escuela de Artes y Oficios nació la mayoría de los profesionales y futuros directores de las instituciones que Cardillo Moreno creó a medida que ascendía. Llegó a ocupar el lugar más alto de la cadena de jerarquía que tenía en su momento el Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET), ya que la carrera terminaba en inspector regional. El protagonista de esta historia fue el primer y único misionero inspector de la Regional Nordeste -abarcaba a Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones-, y cuando asumió como supervisor, hizo que nuestra provincia contara con once instituciones técnicas, dos misiones monotécnicas y cuatro centros de formación profesional.
Muchos de los que egresaron de la EPET N°1 cumplen hoy funciones en distintos ámbitos del Gobierno provincial. Entre ellos se destaca el intendente de Posadas, y el presidente de la Cámara de Representantes, que eran estudiantes en la época en que Cardillo Moreno era director.
Entre las anécdotas, sus exalumnos señalaron que “teníamos que ir a clase con pantalón de vestir y zapatos bien lustrados, camisa, corbata y la insignia de la institución. La presentación correcta era tanto para docentes como para alumnos”. Fue en su época que ingresó a la institución la primera mujer, Clarita Gómez, que se recibió de MMO. En un claustro exclusivo de varones y con pocas palabras hizo entender cómo era tratar a las compañeras de estudio: “cuando hay un problema entre un hombre y una mujer, el problema y el culpable es el hombre”.
En distintas etapas de la historia de la educación técnica y de la EPET N°1 existieron distintos directores que marcaron su historia, pero muchos aseguran que hubo un antes y un después con Cardillo Moreno. “Su figura es el arquetipo del técnico que, de alguna manera, todos, con matices, aspiramos ser”, sintetizaron.