Si te ves reflejado en algunas de estas situaciones probablemente sea porque tu mente vagabundea, me refiero a un estado en que nuestra mente queda a la deriva sin regulación voluntaria de los pensamientos. Esos momentos en que estamos haciendo una cosa, pero nuestra mente está en otro lado, sin control. El famoso “piloto automático”.
La Universidad de Harvard realizó un estudio -año 2010- que concluye que pasamos más del 47% del tiempo en que estamos despiertos en un estado de “mente divagante”.
Ahora bien, por otra parte, está probado científicamente el poder que tienen nuestros pensamientos, así, el libro Un Curso de Milagros, al respecto nos dice: “Los pensamientos que albergas son poderosos y los efectos que las ilusiones producen son tan potentes como los efectos que produce la verdad. La mente es muy poderosa y jamás pierde su fuerza creativa. Nunca duerme. Está creando continuamente. Es difícil reconocer la oleada de poder que resulta de la combinación de pensamiento y creencias, la cual puede literalmente mover montañas. No hay pensamientos fútiles. Todo pensamiento produce forma en algún nivel”.
Entonces, teniendo en cuenta el enorme poder creador que tienen los pensamientos en tanto generadores de emociones y conductas y la cantidad de tiempo que nuestra mente vagabundea, les propongo revisar esta ecuación.
Tomar conciencia de nosotros mismos prestando atención a nuestros pensamientos, nos permitirá tomar distancia de ellos para analizarlos en lugar de reaccionar. Al observarlos, progresivamente iremos adquiriendo la capacidad de desactivar aquellos que no nos sean funcionales.
De esta manera, dejaremos de ser conducidos por procesos inconscientes, pasando a tomar noción sobre cómo funcionamos. Cuando esto sucede, nuestra libertad de elección aumentará exponencialmente ya que podremos elegir. Así como los pensamientos crean realidad, también se transmiten a nuestras células convirtiéndose en expresión y resonancia de nuestro estado emocional, dependiendo de ellos el tipo de energía que generamos y, por lo tanto, lo que atraemos.
Como verán tenemos una gran oportunidad de vivir en conciencia, recordemos que: aquello en que ponemos nuestra atención crece. Revisar nuestros pensamientos para elegir dónde enfocarnos resulta fundamental para expandirnos, a la vez que mejoran la calidad de presencia desde la que estamos siendo.
Una gran aliada en este proceso es la respiración consciente que nos trae a la presencia -único estado desde el cual es posible disfrutar de las cosas-.
Ya sea que optemos por respirar profundamente para concentrarnos más o para afrontar una situación de gran estrés, que respiremos de forma calmada y pausada ante un ataque de pánico, ya sea que lo hagamos aceleradamente para activarnos, o lentamente para relajarnos. Lo cierto es que la forma en la que respiramos influye directamente en la actividad cerebral, porque la respiración tiene conexiones directas con distintas partes de la corteza cerebral, donde se gestan el pensamiento, la percepción y la imaginación.
Tomemos esta maravillosa secuencia: atención-respiración y foco para dejar de vagabundear y mejorar nuestra calidad de vida. El disfrute es aquí y ahora.