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Su contacto con el maracuyá comenzó por invitación de un productor local poseedor de grandes plantaciones en Ruiz de Montoya.
“Es un producto que está en auge. Un productor de la zona invitó a ver lo que él hacía, me gustó y como mi padre y yo contamos con tres hectáreas de suelo donde tenemos algo de potrero y yerba, decidí probar con la fruta porque necesitábamos otra opción”, contó orgulloso de su logro, el docente y colono, Sergio Steffens, quien está al frente de un exitoso proyecto con el maracuyá orgánico.
Como la planta es muy sensible a los agroquímicos, casi todo el circuito productivo se basa en el uso de abono de vaca y oveja. Por el momento, el joven trabaja media hectárea en la cual, en una buena cosecha puede llegar a producir cerca de ocho mil kilos. El objetivo es extenderse a una completa.
Parte de lo que se cosecha se está vendiendo como fruta de primera que se comercializa en Buenos Aires y todo lo que es para pulpa, se hace industria y va a distintos mercados.
En su pueblo existe una incipiente cuenca formada por ocho productores de maracuyá, quienes si bien no están asociados en una cooperativa, tiene más o menos un funcionamiento parecido, pero “bajo palabra”.
Reservorio
La chacra de Steffens está ubicada en el lote 31A de Ruiz de Montoya, lindante al Cuña Pirú. A causa de la prolongada sequía surgió la necesidad de hacer un reservorio para garantizar el riego adecuado de las plantaciones, que se habían visto muy afectadas en la temporada anterior, que ya en el momento de trasplante tuvieron un déficit de agua.
“Hacer todo a pulmón: sistema de riego, más reservorio y todo lo que requiere el maracuyá era muy complicado y apareció la oportunidad de parte de Agricultura Familiar de contar con la asistencia para la obra”, destacó el joven productor.
Gracias a ese apoyo, actualmente cuenta con un reservorio de 300 mil litros que “alcanzaría para garantizar el riego”, destacó. Como una cosa llevó a la otra, también surgió la posibilidad de mejorar el tendido eléctrico para optimizar el sistema de riego.
Asimismo, todo el proyecto del agua derivó en un plan de asociación de cultivos, con sandía, entre las plantas de maracuyá.
Con el impulso de la familia
Sergio Steffens, hijo de colonos tuvo un pronto acercamiento con el proceso productivo y comercial de la chacra cuando, al terminar la escuela secundaria, trabajó con una familia suiza para quienes realizaba diferentes tareas.
Luego decidió dedicar su tiempo a estudiar el profesorado de Ciencias Agrarias en Capioví, localidad donde actualmente es docente de la EFA.
“Combino mis tiempos para producir maracuyá y trabajar en lo que me formé y seguir aprendiendo. Sin el apoyo de mis padres, no podría haber llegado hasta donde llegué”, contó Sergio a ECO y AGRO.