¿Acaso no veo a cada una de nosotras, de nuestras madres, de nuestras ancestras? ¿Cuántas mujeres todavía de este lado del mundo siguen llevando el velo, aunque no se ve? Siguen dependiendo, siguen sumisas. No solo de los hombres. ¡Por favor!
De las modas, de los estereotipos, del que dirán, de la validación externa, de otras mujeres y hasta de la lucha de género.
Qué nos espanta de lo que vemos, cuánto dolor, sumisión, vulnerabilidad. No solo física. Emocional, intelectual.
Quizás lo que vemos con tanta dureza y crueldad afuera y nos mueve tanto en otros lugares, donde las mujeres no son vistas, no son escuchadas y son dominadas nos asusta tanto porque queda manifestado y al descubierto de una forma tan cruda, una realidad que se vive también acá de otra forma más escondida, callada, negada.
Quizás se vive esa lucha en el inconsciente colectivo con su contraparte de liberación extrema e irracional.
¿Qué espacio interno nuestro, de cada una se escandaliza cuando ve lo que ve del otro lado?
La capucha negra, no poder ver, estar atada. ¿Acaso nos están mostrando algo que todavía nos está sucediendo dentro y que lo ocultamos? O que no lo podemos ver intentando romper con los esquemas y ¿liberarnos de una forma violenta y dolorosa? Ojalá que cada uno de nosotros de este lado y del otro lado pueda expandir su mirada y no solo ver a la mujer.
Es mi deseo más profundo que podamos ver a la energía femenina como un principio básico de la vida a través del amor ternura y compasión. No sólo como algo de género sino como un principio rector sin el cual el amor y la nutrición de la vida no pueden prosperar.
El principio madre, el principio femenino va más allá del género.
Es una energía contenedora, de cuidado y de creación que hemos violado. Ya no nos respetamos no solamente el hombre a la mujer o la mujer al hombre.
No respetamos la vida, la creación, la naturaleza, los ciclos del tiempo.
En nuestra arrogancia nos hemos apartado de nuestra Humanidad y sintiéndonos superiores estamos al borde de la extinción por nosotros mismos.
Por favor, observen sus actos cotidianos y veamos en que momento nos hemos apartados del camino de amor.
Como Humanidad nos urge un cambio.