El actor Hugo Arana falleció a los 77 años, tras permanecer internado en el Sanatorio Colegiales, donde llegó por un accidente doméstico y luego, una vez hospitalizado, dio positivo por coronavirus.
Arana se había tomado con humor las tres veces que anteriormente habían anunciado su muerte en Twitter y lo negó como lo hacía cuando le preguntaban si era el padre de Facundo Arana.
Sus inicios en la actuación fueron un poco casuales: “Un día fui al Centro a comprar tornillos y vi un cartel que decía: ‘Hágase actor, centro experimental cinematográfico’. Y me quedé como helado. Yo nunca había visto teatro aunque me gustaba mucho el cine. Estaba desesperado por hacer algo en mi vida”, contaba.
El 23 de julio de 1965, justo el día en que cumplía 22 años, se inscribió en la escuela: “Yo no tenía ni idea de actuación, pero a los pocos meses ya estaba con un papelito en un escenario en una obra sobre Lee Harvey Oswald, interpretado por Enrique Liporace. Y sentí: nadie me saca más de acá. Era la primera vez que algo me importaba”.
Entre clases y escenarios conoció a Marzenka Nowak, el amor de su vida, tan bella como sorprendente, polaca de nacimiento, con un padre líder de la resistencia que actuaba en la clandestinidad contra los nazis.
Con ella estuvo casada desde 1978 hasta 2011, cuando falleció, aunque producto de ese amor intenso, que incluyó otros diez años de novio, nació Juan Gonzalo Arana.
En cine, Arana filmó más de 40 películas, entre ellas “El santo de la espada”, “La tregua”, “La vuelta de Martín Fierro”, “La historia oficial”, “Las puertitas del Sr. López” y “El lado oscuro del corazón”. En televisión participó en “Papá Corazón”, “La banda del Golden Rocket”, “Buenos vecinos”, “Los exitosos Pells”, “Para vestir santos”, “Resistiré” y “La Leona”.
Pero el gran éxito que protagonizó Hugo Arana se produjo en “Matrimonios y algo más”, donde, dirigido por Hugo Moser, encarnó al Groncho en el sketch “El Groncho y la dama”, que protagonizaba con Cristina del Valle. Allí también personificó a Huguito Araña, que repetía el estereotipo de homosexual afeminado de esa época. El personaje nació en 1982, en plena dictadura, y los militares lo quisieron prohibir por considerarlo “un mal ejemplo”.
Arana confesó siempre que el teatro era su gran pasión y en el escenario participó de una importante cantidad de obras. Indicaba con humor que él no quería morirse arriba de un escenario porque le preocupaba la conmoción que causaría desplomarse adelante de colegas y del público y que prefería ahorrarles ese mal trago.
“Actuaré hasta que pueda. No estudié teatro toda mi vida por el deber de nada, sino por el placer de la búsqueda de construir una conducta, un carácter”, repetía cuando le preguntaban por el tema.