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Extraordinaria animación se observaba en Trinchera de San José aquel domingo 13 de octubre de 1872. No era para menos; los ciudadanos debían elegir a los integrantes del primer Consejo Municipal del entonces incipiente pueblo al cual, casi siete años más tarde, se le cambiaría la denominación original por la de Posadas.
Vecinos reconocidos -como el agrimensor Francisco Lezcano y Alfonso de Arrechea (hijo), por una parte, o Jorge Fitz Maurice y Juan Fernández Olmos, por la otra- figuraban a la cabeza de cada una de las dos listas que intervenían en la contienda cívica.
El entusiasmo de los votantes vino siendo alimentado no sólo por la pérdida de los candidatos, sino también por un grupo que trató infructuosamente de impugnar la convocatoria, lo que enrareció por momentos el clima precomicial.
Todo esto contribuía a que pasara casi inadvertida la elección, simultánea, de un diputado para que representara al departamento Candelaria en la Legislatura de Corrientes.
Los ánimos volverían a encresparse luego del acto comicial, cuando los perdedores en la elección municipal, lejos de resignarse, volvieron a la carga con impugnaciones que fueron llevadas hasta el Gobierno de la Provincia.
Aunque el juez de Paz de Trinchera de San José apuró la asunción de los electos en un acto que se llevó a efecto el siguiente viernes 18 de octubre, los vencidos en el comicio mantuvieron sus objeciones y, antes de que se expidieran las autoridades gubernativas, llegaron inclusive a organizar un intento golpista que se frustró antes de empezar.
Rumbo a los comicios
La expectación había crecido entre los habitantes de la entonces cabecera del departamento Candelaria, desde el 20 de septiembre de 1872, en que se conociera la convocatoria a elecciones realizada por el Gobierno de la Provincia de Corrientes, a la cual permanecía anexado el territorio de Misiones.
La mensura de Trinchera dé San José había sido practicada por Francisco Lezcano apenas un año antes, pero todavía el vecindario se distribuía en los dos grupos de casas formados espontáneamente dentro del perímetro amurallado del cual el pueblo había tomado parte de su nombre.
Proveedores del ejército de la Triple Alianza en la guerra con el Paraguay de 1865 a 1870 y sus familias, además de ex combatientes, trabajadores y hasta algunos aventureros habían sido quienes originalmente se asentaron en Trinchera, durante el conflicto.
Por lo tanto, se trataba de un pueblo que en 1872 se hallaba aún en proceso de formación. De allí, la significación del acto electoral: por primera vez los vecinos habían sido llamados a elegir gobierno local propio, con lo cual concretarían nada menos que la autonomía municipal.
Hasta entonces, los asuntos institucionales del pueblo estaban a cargo de la Comisión Departamental, designada como una de las consecuencias de la ley del 8 de noviembre de 1870. Por esta ley, las autoridades correntinas crearon el departamento Candelaria (cuya jurisdicción era algo más que el actual territorio de Misiones, pero mucho menos de lo que había sido éste con anterioridad a 1830). La cabecera departamental fue establecida en Trinchera de San José.
Los miembros de la Comisión Departamental, precisamente, plantearon una cerrada oposición a que el comicio se celebrase en la fecha establecida y formalizaron una presentación en tal sentido ante el juez de Paz, Pedro Morcillo.
Argumentaron que era exiguo el lapso entre la convocatoria y el acto eleccionario, lo cual impedía la eficaz ilustración de los votantes acerca de las estipulaciones legales vigentes en la materia, además de no haberse dado suficiente publicidad al decreto citatorio.
Tal pretensión fue rechazada de plano por el juez Morcillo, quien mantuvo la fecha del 13 de octubre de 1872. Entonces, no quedó otro camino que la compulsa cívica, para la cual se anotaron dos listas, mientras -como un rotundo mentís a quienes decían que los vecinos no estaban ilustrados- la expectación iba en sostenido aumento.
Y lo fue en tan alto grado que a la ciudadanía le pasó casi inadvertida la elección de un diputado, que debía concretarse simultáneamente para que representase al departamento en la Legislatura de Corrientes, según el mismo decreto de convocatoria.
La jornada electoral
El historiador correntino Federico Palma dice al respecto que “con gran entusiasmo” el pueblo de Trinchera “concurrió a votar la elección de municipales, que era lo que más vivamente le interesaba, pues la otra (la del diputado) le era poco menos que indiferente, ya que desde Corrientes llegaba señalado el nombre que debía ser votado, hombre que era totalmente ajeno a Misiones y que tal vez su frecuentación a la región la había hecho a través de algún mal dibujado mapa”.
Prueba de ello es que, en aquella histórica jornada, se registró el sufragio de 334 vecinos, cifra extraordinaria para un pueblo cuya cantidad de habitantes era escasa. Además, debe tenerse en cuenta que el voto era “cantado”, esto es, el votante debía decir a la mesa electoral el nombre del o de los candidatos o la lista de su preferencia.
Como, además, siempre había público, no eran poco los que, por diversas circunstancias pero más por temor, cambiaban el sentido de su pronunciamiento en esa instancia decisiva. Faltaban todavía 40 años para que el presidente Roque Sáenz Peña dictase, en 1912, la ley del voto universal, secreto y obligatorio, en respuesta a una intransigente exigencia de Hipólito Yrigoyen.
En definitiva, y con 179 sufragios a favor, se impuso la lista que postuló a Eugenio Ramírez, Alfonso de Arrechea (hijo), Francisco Lezcano, Leonardo Troissi y Ramón García como concejales titulares, y a Guillermo Echenique y Tiburcio González como suplentes.
Obtuvo 155 votos la lista que candidateó a Jorge Fitz Maurice, Juan Fernández Olmos, Juan G. Aguirre, Pedro Schneider y Andrés Marcenaro, como titulares, y a Joaquín Fernández de Oliveira y Círiaco González como suplentes.
Los perdedores no aceptaron el veredicto popular y, al día siguiente, se dirigieron al Gobierno señalando los “vicios” que, a su criterio, habían empañado el acto y que detallaron en once puntos. No obstante, el juez Morcillo procedió con urgencia y llamó a sesión constitutiva para cinco días después, en base al resultado del comicio.
El 18 de octubre de 1872, por consiguiente, quedó instalado el flamante Consejo Municipal, bajo la presidencia de Francisco Lezcano, quien fue electo por sus pares a pesar de encontrarse ausente. Por ello, el designado vicepresidente Alfonso de Arrechea asumió la titularidad de la corporación hasta tanto se reintegrase Lezcano.
En esa reunión, también se nombró a Ramón García síndico procurador; a Leonardo Troissi (apellido éste que devino en Troazzi) a cargo de la comisión de higiene; Eugenio Ramírez en la de instrucción pública y De Arrechea como tesorero.
Los perdedores, sin embargo, se mantuvieron en su cerrada actitud de desconocimiento del resultado electoral, lo que derivó en un litigio que estuvo a punto de desencadenar un motín.
Intento golpista
Durante ese proceso, los derrotados transformaron su negativa a aceptar el resultado en un desconocimiento del Consejo Municipal luego que éste se instalara el 18 del mismo mes, en la creencia de que el Gobierno de Corrientes les daría finalmente la razón y anularía el comicio.
En esa creencia, y en una actitud de abierta rebeldía, la Comisión Departamental hasta entonces presidida por Jorge Fitz Maurice se negó a entregar los archivos al Consejo Municipal, que le fueran solicitados por Alfonso de Arrechea.
Argumentó Fitz Maurice que “todos sus actos (de los miembros del Consejo) han sido y son ilegales y continuarán siendo mientras el Gobierno no les ponga en posesión de sus puestos”.
Fitz Maurice, inglés, personaje pintoresco que se decía ingeniero con despachos “firmados por la reina Victoria” de Gran Bretaña, llegó, inclusive, a planear un motín o una suerte de “golpe” para deponer al Consejo Municipal.
Determinó que debía estallar en la noche del 9 de noviembre de 1872, aprovechando que el juez de Paz Pedro Morcillo había viajado a Ituzaingó por razones de salud.
Todos los aspectos del plan dan cuenta de improvisación en aspectos fundamentales, como que sus dirigentes pecaron de un excesivo voluntarismo. Pensaron, seguramente, que personas con gravitación en el medio se les sumarían, sin medir los riesgos.
En suma, el plan sedicioso proponía tomar la guardia del Juzgado de Paz, liberar a un ladrón y designar juez a Juan Fernández Olmos.
En un primer momento, se fijó la platería de Pedro Schneider como punto de reunión de los amotinados, pero después se optó por el comercio de Pedro Marcenaro. Éste, sin embargo, al ser informado del propósito de los complotados, se negó a acompañarlos en la aventura.
Y así, entre discusiones acerca de la oportunidad del golpe, transcurrió la noche. La luz del día 10 hizo que la mayoría reflexionara y optase por tomar distancia, lo cual hizo fracasar el motín.
De acuerdo con constancias que obran en un sumario judicial, además de los cabecillas, participaron en el intento golpista Adán Alves da Silva (brasileño, de ascendencia africana, “albañil, personaje popular entonces”, dice Federico Palma), Eufracio Dutil, Víctor García, Juan Fernández Olmos -quien a última hora retiró su colaboración y ofreció enviar como personero al joven Francisco López-, Máximo Bargas, Angel Silva, Claudio Vergara y otros.
No se trató de una inocente aventura, como lo prueba el hecho que se labró un sumario judicial producto de la investigación dirigida por José M. Navarro, fiscal de Santo Tomé. Navarro citó también, aunque infructuosamente, a Delfino José Pereira, brasileño, capataz del campo de Resoagli, en San Cristóbal, para que viniera a declarar con sus hombres.
En total, el curioso grupo llegaba a la veintena y su acción produjo un efecto contrario al deseado. Es que el Gobierno de Corrientes, que en un principio se había abstenido de mantener relaciones con la Municipalidad de Trinchera de San José, decidió reconocer plenamente a sus autoridades el 6 de diciembre de 1872.
Quince días después, Francisco Lezcano asumió formalmente sus funciones como presidente de la corporación.
Cómo era Trinchera entonces
En el momento de las primeras elecciones, Trinchera de San José registraba pocos años desde que empezara el asentamiento poblacional civil. El recinto amurallado que sugería el nombre del pueblo había sido reconquistado para la Argentina el 3 de octubre de 1865, en los comienzos de la Guerra de la Triple Alianza.
Hasta entonces, el lugar era conocido como Trinchera de los Paraguayos y su construcción databa de treinta años atrás, cuando la mandó levantar el doctor Gaspar Rodríguez de Francia, supremo gobernante del vecino país, habiendo encomendado a una guarnición su vigilancia y la custodia del tráfico de mercancías y ganado por el paso de Itapúa.
Luego de retirado el grueso de las tropas, ya fuere que cruzaron a territorio paraguayo o que, simplemente, se alejaron de aquí, hubo proveedores del ejército que prefirieron quedarse dentro de la trinchera, junto a sus familias y a una dotación militar encargada de resguardar el paso de la hacienda para el abastecimiento de los aliados.
El rancherío original se fue ampliando y hacia 1871 había dos grupos de casas: uno cerca del puerto (frente a la que después sería sede de Prefectura antes de su desaparición bajo las aguas del Paraná producto de la represa de Yacyretá) y el otro a tres o cuatro cuadras del río.
El primero se extendía alrededor de una cuadra y media, mientras que el segundo no alcanzaba la media cuadra. Sólo había dos callejones, uno de ellos asomado al Paraná.
En ese mismo 1871, por disposición del Gobierno correntino, el agrimensor Francisco Lezcano concretó “la delineación y amojonamiento” de lo que todavía era un caserío desordenado. El resultado de esa mensura se aprecia aún hoy en Posadas, con su damero urbano y sus chacras concebidas para abastecer a la ciudad, con avenidas de acceso cada 400 varas.
El primer Censo Nacional de 1869 dio para toda Misiones una población de 3.000 personas (la mayoría asentada en el Sur), y hasta junio de 1873 el cementerio de Trinchera de San José ocupaba el predio de la actual plaza 9 de Julio de Posadas.
(Publicado por PRIMERA EDICIÓN el domingo 13 de octubre de 1996)