Este martes se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer Rural, profesión que no tiene escuela más que la vida misma: mujeres de carácter y brazo fuerte, de manos curtidas, de amaneceres antes que el sol; conocedoras de la tierra y sus frutos, de cultivos y plantas medicinales. A ellas, por su contribución al desarrollo de los países y sus comunidades, va el reconocimiento.
La conmemoración de esta fecha surgió de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Pekín en septiembre de 1995, como resultado de las propuestas de la Federación Internacional de Productores Agrícolas (FIPA), la Red de Asociaciones de Mujeres Campesinas Africanas y la Fundación de la Cumbre Mundial de Mujeres.
Significa un reconocimiento ante los múltiples roles que juegan las mujeres productoras, campesinas y obreras agrícolas en la economía y la sociedad en general.
Más tarde, en 2001, el Congreso de la Nación Argentina instituyó -por Ley Nº 25.431– ese 15 de octubre como Día de la Mujer Rural, otorgándole reconocimiento oficial y adhiriendo a idénticas iniciativas adoptadas por algunos gobiernos a nivel mundial.