El 18 de octubre de 1931 falleció Thomas Alva Edison, calificado como uno de los últimos protagonistas en la historia de la invención, después de registrar 1.093 patentes de distintos objetos supuestamente creados por él, entre ellos la lámpara eléctrica, el fonógrafo, el perfeccionamiento del teléfono y los primeros escarceos de la cinematografía.
Edison murió a los 84 años, en West Orange (Nueva Jersey, Estados Unidos) y fue descendiente de una familia de molineros holandeses que emigraron a ese país en 1730. Su abuelo vivió 102 años y su padre 90.
Es indudable que Edison fue un “selfmade man” (un hombre hecho a sí mismo): a pesar de no tener apremios económicos, a los 10 años vendió diarios y emparedados en los trenes locales y con el dinero compraba materiales para el laboratorio de química que había construido en su casa, para sobresalto y admiración de sus padres.
Su labor en el ferrocarril le permitió entrar en contacto con el telégrafo y el haber salvado al hijo del jefe de la estación de un grave accidente le sirvió para que le enseñaran la telegrafía ferroviaria, dado que en su casa tenía un aparato que él mismo construyó y aprendió el alfabeto Morse para comunicarse. Para 1863 ya era un experto profesional.
Paralelamente Edison estaba experimentando con la luz eléctrica y el 21 de octubre de 1879 concretó el paso de la electricidad a través de un hilo de algodón carbonizado colocado dentro de un bulbo de vidrio al vacío, logrando que se produjera una luz débil y rojiza que siguió brillando durante 40 horas.
También perfeccionó una dinamo para producir energía para el alumbrado eléctrico, modificó generadores, conductores y los cables de energía subterráneos. Y fue el diseñador de la estación central de energía, transformándose luego en la primera planta eléctrica pública de Nueva York.
Durante 60 años fue el inventor más famoso a nivel internacional, dado que su vocación fue la de registrar la mayor cantidad de patentes de sus inventos.
Aunque está en discusión (cada vez con menos defensores) si a Thomas Alva Edison le corresponde la invención de la cinematografía, lo que sí se puede afirmar es que fue quien trabajó en sus inicios previos a los hermanos Lumiere, al combinar el fonógrafo con la fotografía para producir las películas habladas, provocando una verdadera batalla entre los productores para conseguir el monopolio del cinc.
Siempre se destacó por su aparente timidez y no sobresalió a nivel intelectual ni fue jamás un buen alumno. Pero ese hombre que había nacido en Milán (Ohio, EE.UU) el 11 de febrero de 1847 supo con anticipación lo que la sociedad necesitaba y dedicó lada su vida a mejorar las condiciones y el bienestar de la comunidad.