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Durante el 2021 la familia Almirón recibió la noticia de que la más pequeña de los niños, Ameli, presentaba una hipoacusia sensorial profunda bilateral. Esta condición afectó su oído y para poder escuchar necesitará de un implante coclear bilateral. Es una de las pacientes detectadas a través del Programa Provincial de Detección Temprana de la Hipoacusia y su familia inició los trámites para conseguir la cirugía a través de Salud Pública. De no tener respuestas, la familia tampoco cuenta con obra social y una intervención semejante tiene un costo de 62 mil dólares.
En comunicación con PRIMERA EDICIÓN, el padre de Ameli, Manuel Almirón, explicó que para conseguir el implante coclear bilateral “fuimos a buscar la historia clínica para presentar todos los estudios médicos. Comencé a entregar notas en el Ministerio de Salud Pública, también desde la Municipalidad de Garupá, para ver si se puede gestionar esto de alguna forma. Además, tengo que presentar otros papeles para el pedido de la cirugía”.
En cuanto al diagnóstico de la niña, la menor de tres hermanos, recordó que “fue un momento muy fuerte. Al principio no lo queríamos creer, no entendíamos porqué nos pasaba esto con ella”. Con el paso del tiempo “empezamos a darnos cuenta que había señales de que no escuchaba y teníamos fe de que podría hacerlo, pero finalmente nos dimos cuenta que no había respuestas a las pruebas de sonidos”, añadió.
Como paciente del Programa Provincial de Detección Temprana de Hipoacusia, Almirón contó que su hija “en los controles médicos nos dicen que es algo de nacimiento este problema auditivo”. Asimismo, aseguró que “al salir del hospital luego del nacimiento salió bien en el estudio, pero se ve que con el tiempo fue perdiendo la escucha”.
En el día a día de su comunicación en el hogar, este padre detalló que “ella dice mamá, papá, algunas palabras, por eso no entendíamos qué pasó en el camino. Ahora, a veces pareciera que nos escucha, pero creo es más algo nuestro, porque quisiéramos que así sea”.
Entre las preocupaciones presentes en esta familia, Manuel precisó que su hija “todavía no va a la escuela, pero para el año que viene empieza las clases y si Dios quiere conseguimos los implantes en lugar de ir a una escuela especial podría ir a una común. Esperemos que así sea”.
En cuanto a las gestiones desde Salud Pública, remarcó que “en lo posible queremos que el Estado pueda llegar a cubrirnos. De no ser posible, vamos a seguir con una campaña para conseguir fondos, porque de momento no tenemos certezas que pueda conseguir su implante”.
Al no contar tampoco con una obra social y si tuvieran que pagarla como particulares, indicó que la cirugía de implante coclear bilateral “cuesta unos 62 mil dólares, que es mucho dinero para cualquier familia, más allá de la situación que estamos pasando”.
La familia de Ameli vive en el barrio 7 Hectáreas de Garupá. Su padre indicó que durante la pandemia “perdí mi trabajo y me quedé en la nada, justo con el problema de mi hija que no escuchaba. Pero decidí no quedarme y hasta conseguí maderas para hacer mi casa, vendí abono de forma ambulante, hice arreglos de electricidad”.
Actualmente, “hacemos pastas para vender y hago algunas changas, también tengo mis papeles en espera en el Consejo de Educación para ser portero en una escuela”, agregó.