Seguramente en lo que va del día ya has visto varias imágenes de madres súper heroínas que pueden todo, hacen todo, quieren todo lo que hacen, están presentes para que las cosas funcionen bien, madres perfectas, con una piel increíble y un cuerpo impresionante, sexualizadas, mostrando una maternidad que no representa a la mayoría.
Quiero reflexionar y acompañar también en este día a las otras madres, a las miles que la maternidad les cambia el cuerpo, la vida las atraviesa y a veces las arrasa, a las que sufren en soledad por no poder decir ni contar lo que les pasa al sentir que son ellas las del problema por no encajar en el modelo impuesto.
Las invito a desromantizar la maternidad, a contar las experiencias en primera persona sin opinar sobre las elecciones ajenas. Las invito a dejar de lado estereotipos que imponen a la madre la responsabilidad y la competencia como principales cuidadoras y responsables morales de la crianza.
Hablemos de cansancios, de las no ganas de jugar con autitos, de los dilemas que se nos plantean para acompañar sin invadir mientras crecen, de las angustias que callamos por no ser “pesadas” aunque sepamos que se están equivocando.
Me casé muy joven, me mudé lejos de mi familia de origen, en ese momento no pensaba en tener hijos. Sentía que necesitaba adaptarme al nuevo lugar, conseguir trabajo, afianzar mi matrimonio entre todas las cosas que me gustaban hacer.
Sin embargo durante esos ocho años, en que por decisión, con mi pareja no pensábamos tener hijos, no cesaron los cuestionamientos, preguntas, sospechas y prejuicios del entorno.
Cuando lo sentí, me decidí y lo hice con todo el convencimiento y el amor del mundo. Sin duda, los dos momentos más felices de mi vida fueron el nacimiento de Juanpe y Marcos. Me resulta fascinante verlos crecer, de nadie aprendo más que de ellos. Para mi es un orgullo, un honor y un desafío ser su mamá, estar alerta a sus voces cuestionadoras y sus almas sensibles.
Como mamá anhelo para mis hijos y todos los hijos, un mundo mucho mejor que el que tenemos, por eso las invito a contar las verdades para que la generación más joven que lucha por sus derechos deje de cargar con presiones sociales y no confundan deber con querer.
La romantización sobre el ser madre invalida a la mayoría de las mujeres comunes y corrientes que sienten que si no encaja todo perfectamente en el modelo impuesto socialmente, algo está mal con ellas pues la sociedad pide otra cosa. Es tan fuerte el modelo que silencia a las que no lo encarnan, a las que no se animan ni siquiera a contar los desequilibrios, los dolores o la desconexión.
Feliz día para todas las madres, en especial a quienes maternan en soledad, esa soledad que va más alla de tener gente alrededor. Maternar en soledad puede suceder incluso estando rodeada de afectos que, tal vez no comprenden las necesidades de la madre porque nunca se dijeron en voz alta. No puede haber comprensión real en el entorno si no hay visibilización consciente de lo que la maternidad implica.
Contemos, sincerémonos, apoyémonos, confiemos, regalemos una mirada compasiva hacia la maternidad y hacia nosotras mismas, dejemos atrás la carga de las imposiciones para disfrutar mas seguras, mas livianas y con mayor amorosidad esta hermosa experiencia.