Congelamiento de precios, dólar en escalada, tensiones políticas demasiado latentes… por diferentes motivos de acuerdo al momento histórico e incluso del contexto regional o global, resulta inevitable la sensación de vértigo cada vez que los argentinos encaramos el camino hacia alguna elección de relativa importancia como la que se presenta en el futuro inmediato.
El desorden histórico de un país que no termina de acomodarse a su realidad, los permanentes desbarajustes de su estructura económica, el desequilibrio de los sucesivos gobiernos con ideologías propias, pero casi sin proyectos sustentables a mediano o largo plazo, todo junto o por separado explican que casi siempre vayamos a votar con urgencias, corridos por emergencias coyunturales, contagiados de las tensiones políticas.
El vértigo se siente con fuerza esta semana y todavía quedan varios días antes del 14 de noviembre.