La evolución de la crisis pone sobre la mesa, una vez más, el recuerdo de un hecho al que los memoriosos acuden cada vez que la cuerda se tensa al extremo en la economía argentina.
Las consecuencias del Rodrigazo, tal como se denominó al plan implementado el 4 de junio de 1975 por el entonces ministro de Economía Celestino Rodrigo, dejaron una huella profunda en los trabajadores que atravesaron con dificultad ese capítulo de la historia y que, ante el renovado congelamiento de precios, siguen hoy con preocupación el debate inflacionario ya como núcleo de la clase pasiva.
Y es que, según recuerdan los especialistas, aquel duro ajuste aplicado 46 años atrás fue resultado de los desequilibrios generados durante la conducción económica de José Gelbard, quien había diseñado al frente del Palacio de Hacienda un pacto social que apuntó a estimular el mercado interno mediante el incremento de sueldos, el congelamiento de precios en productos de la canasta básica, el aumento del gasto público y una mayor presión fiscal para generar ingresos -creó el Impuesto al Valor Agregado-, entre otras medidas.
Los historiadores indican que la regulación excesiva provocó un mercado negro en el que los precios subieron, el pacto comenzó a fallar, se produjeron huelgas y se generó un desabastecimiento de productos esenciales, preludio de la fuerte devaluación del peso que disparó la inflación hasta el 182% en 1975 (444% al año siguiente) y elevó el déficit fiscal al 15%.
La devaluación es un horizonte que el mercado hoy ve cercano, sobre todo por la necesidad de reducir la brecha cambiaria y alcanzar un acuerdo con el FMI que permita postergar los pagos de la deuda, aunque muchos la desaconsejan para no recalentar más los precios. Y es que la inflación trepa a un alarmante 52% anual que, más allá de la polémica por el control de precios, se aviva con el fuego de la emisión. Junto a ello, el proceso de retracción del déficit primario se podría desacelerar a partir del incremento del gasto preelectoral que implica el plan “platita en el bolsillo”.
Así, con un escenario que transita caminos conocidos y la decisión de congelar precios de 1.472 productos, la nueva advertencia sobre un posible desabastecimiento que enfrenta al Gobierno con empresarios agrega mayor incertidumbre sobre el futuro próximo en un país que necesita mirar el horizonte.
Y es que no se trata sólo de llegar hasta la elección con un mejor clima social o de pasar las Fiestas en paz, sino de tener una estrategia de largo plazo para que los recuerdos del pasado no vuelvan como fantasmas.
Revisar el Rodrigazo debería aportar la experiencia necesaria para evitar la repetición de situaciones traumáticas y enfocar las políticas conducentes a reducir la inflación y recuperar el crecimiento.
Por Walter Brown (El Cronista)