Los joyeros relojeros trabajan con el desafío de adaptarse a los avances tecnológicos sin resignar el toque de distinción que sólo brinda su pulso. Calidad de trabajo, mano de obra exquisita, seriedad y paciencia son cualidades esenciales en los amantes de este oficio que este miércoles celebra su día.
Actividad prestigiosa y destacada desde tiempos inmemoriales, quienes se desempeñan en ella en muchos casos mantienen un perfil familiar. En algunas ciudades permanecen por generaciones al frente de comercios que son sinónimo de jerarquía y creatividad.
El Día del Joyero Relojero fue instituido en homenaje al nacimiento de Benvenuto Cellini (año 1500). Florentino, verdadero “hombre renacentista” –cincelador, escultor, medallista, joyero, y músico– llevó el arte de la orfebrería a su máxima expresión y sentó un precedente para quienes lo sucedieron.
En Argentina, desde la creación de la Asociación Liga de Propietarios de Joyería y Relojería -actual Cámara Argentina de Joyería, Relojería y afines-, allá por enero de 1924, la actividad vivió momentos de euforia y otros en los que tuvo que dar pelea para mantenerse.
Como cualquier oficio tiene sus secretos. El principal es que debe gustar, porque de lo contrario nunca podrá desarrollarlo. Y después hay que aprender a fundir, laminar, forjar, soldar… y finalmente, con todas esas herramientas, aplicar la creatividad y el buen gusto para poder confeccionar una pieza.
Un prendedor, un par de aros, una cadena, una pulsera no son solamente una joya, son algo más si el joyero que las hizo puso “su corazón en su confección”.
¿Qué mujer no suspira ante un collar de esmeraldas que realce la belleza de sus ojos, o un par de aros que enmarque la belleza de su rostro, o un anillo que obligue a detener la mirada en la femineidad de sus manos?
Esos suspiros, que constituyen el sueño de cualquier persona que sepa apreciar lo bello y lo bueno, se tornan realidad cuando un joyero convierte un trozo de metal en una pieza única, con valor agregado tanto desde el punto de vista material como desde el de los afectos.