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Mientras Tamara Fernández intenta recuperarse de las graves heridas en el pecho de los perdigones de goma y quemadura de pólvora que le provocaron la escopeta Browning, que blandió un suboficial del Comando Radioeléctrico Oeste durante la madrugada del sábado 30 de octubre frente a una parada de colectivos de la avenida Cabred casi Uruguay de esta capital, su padre y hermanas (Patricia Nicol de 29 años y Celeste Mariana de 21) se manifestaron este miércoles en la plaza 9 de Julio y entregaron un petitorio al ministro de Gobierno, Marcelo Pérez para que los cite a una reunión y explicarle la dramática situación que la joven de 27 años atraviesa.
Silvestre Fernández (49) es el padre de Tamara, quien fue dada de alta hace pocas horas y permanece en una vivienda de Candelaria cuya dirección se preserva por seguridad ya que hasta ahora no pudo declarar en sede judicial (Juzgado de Instrucción 3).
El progenitor dialogó con PRIMERA EDICIÓN para ampliar lo que sufre la joven que perdió el trabajo y postrada bajo un altísimo riesgo que sus heridas se infecten y la pongan nuevamente en riesgo de perder la vida.
Silvestre quiere defenderla con su relato sobre el ataque protagonizado por el sargento Alberto Iván Ariel Larrachado (36): “Tamara estaba esperando el colectivo sola en la parada de la avenida Cabred, había salido del boliche y se sumó a un grupo de chicas en la parada para estar más segura. Cuando se desató la pelea entre unos muchachos por la avenida Uruguay y entre las corridas apareció la patrulla del Comando Oeste y comenzaron a reprimir directamente a golpes de puño, patadas y cachiporrazos directamente y mi hija vio que a una chica la policía le estaba pegando. Ella se acercó para ayudarla, para que le dejaran de pegar y apenas se dio vuelta y el sargento este Larrachado le disparó en el pecho”.
Amplió que “todo esto se vio en los videos, es increíble la versión que dio el policía ahora ante el juez, o la que repiten sus parientes. Todo eso es mentira, no hubo forcejeo, mi hija no le quiso quitar la escopeta, quiso ayudar a una chica tirada en el asfalto. Yo no invento nada, las grabaciones son claras, este sargento tiene antecedentes, abusó de una chica en 2006, tiene causas por violencia de género y familiar. Una semana antes que le dispare a mi hija atacó a golpes a un remisero, yo no invento nada, es la verdad y lo admite el legajo de la propia policía”.
Remarcó que su familia necesita de respuestas: “Cómo una persona de este tipo puede ser un policía, a quién va a cuidar un hombre así. Eso queremos que el ministro de Gobierno sepa, que nos escuche, que no nos abandonen. Nosotros vimos los videos y se confirmaron los datos, por favor pedimos que nos cite a una audiencia”.
“Ni venganza, ni nada raro, queremos que lo saquen de la fuerza de seguridad y que asistan a mi hija porque está muy delicada pese al alta que le dieron, tiene un agujero en el pecho, un hueco del tamaño de una pelota de tenis, por poco los perdigones no le llegan al corazón, la operaron dos veces y está con muchísimo miedo de declarar. Nadie de la Justicia se acercó tampoco a verla. Tenemos que venir a la plaza con carteles y presentar una nota para ver si nos van a oír. Pedimos la audiencia porque nos sentimos solos. Nadie se acercó, sólo los policías que llamativamente entraron a verla en el Hospital Madariaga cuando no había ningún familiar”.
“A Tamara la atacaron a las 5.40 y recién a la siesta nos fueron a avisar de que estaba internada y grave. No sabíamos nada de nada, podrían haber ido a decirnos que estaba muerta, es lamentable lo que le pasó y el trato que nos dio la policía”.