“Papá y mamá siempre nos enseñaron sobre la profesión y el respeto al cliente”, aseguraron Roxana y Carlos Sosa, los hijos de Don Edmundo, que fue el iniciador de esta prestigiosa joyería que ya lleva 52 años de trayectoria y celebra Bodas de Oro en las ahora renovadas instalaciones de calle San Lorenzo.
Si bien el mentor del comercio falleció hace nueve años, su legado permanece intacto y se traslada a Gerónimo y a Carla, nietos del visionario, que se nutren de la experiencia de los mayores. “Siempre nos aconsejaron cuidar los bienes del cliente porque para cada persona la pieza es importante, única. Por lo general, se trata de una herencia materna, del regalo de un hijo, entonces tiene una carga emocional, un valor sentimental más que monetario. Traen la cadenita y quieren que se devuelva el mismo producto, con el trabajo bien hecho”, ejemplificaron.
Sostener el negocio en todo este tiempo “no fue tan difícil como afrontar los cambios que a menudo se producen en la economía del país. Pasamos por todas las situaciones, que se completaron con la pandemia, algo que no está escrito en ningún libro de economía”, sostuvo Carlos, que después de recibirse de contador público, volvió al lado de su padre para administrar la joyería en compañía de sus cuatro hermanos -quedan tres porque una se desprendió de su parte-.
Para ambos, pertenecer a Joyería Sosa, “significa muchísimo, es un orgullo. La gente regresa por el buen nombre, y por la confianza. Los valores que papá sembró en nosotros, permanecen, están arraigados en lo más profundo de nuestro ser. Podemos tener errores, pero trabajamos con nuestro relojero, nuestro joyero de confianza”.
Explicaron que las composturas de los relojes se realizan dentro del local y que, permanentemente, “estamos velando por lo que nos dejan. Puede ocurrir algún evento inesperado, pero tratamos de estar en todos los detalles, tanto nosotros como nuestros empleados. Y eso está a la vista, eso es lo que nos consolidó en estos 52 años. Miramos para atrás y vemos todo lo que pasamos, pero seguimos al frente. La pandemia nos sacudió, y debimos estar mucho tiempo con las puertas cerradas”.
“Vamos a seguir trabajando, firmes con los valores y principios que nos inculcaron tanto Don Edmundo como Doña Nelly (87) porque, si bien ella casi no viene al negocio, está siempre presente y al tanto de todo, es la cabeza del equipo, es la que da los consejos y los puntos de vista”, aseguraron.