“Todas las veces es especial, porque todas las veces, al venir, es una emoción distinta. Después de dos años encerrada a causa de la pandemia, mi grito de libertad es haber llegado hasta acá con la bandera argentina y verla flamear nuevamente”. Con esta frase, la bonaerense radicada en La Plata, Dora Scarlata (83) celebró su presencia en la tierra de las Cataratas para recordar el Día de los Parques Nacionales e izar el pabellón patrio, como sucede desde hace 31 años.
Durante su paso por Puerto Iguazú contó a Ko´ape que fue voluntaria por Cruz Roja Argentina en la Guerra de Malvinas. Cuando el conflicto terminó, había que hacer otro voluntariado y le ofrecieron que llevara ayuda a las escuelas rurales y de frontera y de pueblos originarios, en el Litoral, Chaco y Formosa, tarea que llevó durante 30 años de su vida.
Agregó que el voluntariado consistía en que Gendarmería Nacional indicaba a una institución de los lugares más desprotegidos, más necesitados, para llevar la ayuda. Otras veces, por las investigaciones propias de la Cruz Roja, los pedidos llegaban, eran resueltos, se juntaban los alimentos, Dora se subía al camión y venía a entregarlos junto con los efectivos. Es por eso que recorrió todo el litoral, y parte de Misiones. “En esta estadía volví a recorrer caminos por los que había andado otras veces, en otros años. La tarea se cumplió de la mejor manera y con el amor incondicional que uno siente por el otro ser humano”, manifestó emocionada.
Cuando coincidía con sus vacaciones, y estando en el litoral, “me venía a Cataratas, que es el origen de esta historia. En mi noveno viaje, me encontré con el guardaparque Juan José Comita, quien me confesó que por falta de presupuesto no había una bandera flameando en el Parque Nacional Iguazú. Entonces le prometí que iba a poner lo que sigo llamando ‘una bandera en Cataratas’. Me dolió mucho que no haya una bandera y, menos aún, por falta de presupuesto. La cuestión es que escribí a Parques Nacionales, y recibí la contestación que me daban permiso para poner el mástil y la enseña”.
Es que cada vez que Scarlata ingresaba al predio, tenía que discutir con los guías brasileños, que decían que era parte de Brasil, con los paraguayos, que decían que esto era prolongación del Chaco paraguayo. “Yo les insistía que ésta era mi tierra. Pero ¿cómo confirmarle al extranjero? si no teníamos nuestra propia identidad”, explicó.
Originariamente pensó sólo en la bandera, pero Parques Nacionales le pidió también el mástil. “Un 15 de mayo hablé por teléfono con un ingeniero de apellido Vitone y encargué el mástil, que tenía un valor considerable, y casi todo lo pagué con dinero de mi trabajo rentado. No pedí subsidios. Solamente en una oportunidad hice en el auditorio de Mar del Plata una convocatoria a los artistas de la ciudad, que cantaron debajo de la bandera que luego entregué, y reuní unos fondos para pagar el primer tramo del mástil. Pero cuando Sadaic y Adicapif se quedaron con el 53% de la recaudación, tuve que empezar de vuelta”, lamentó.
“No sabía nada del tema por eso hablé con un ingeniero a fin que me diera las pautas. Me dijo que se componía de 680 kilogramos de acero dividido en tres tramos, hecho de una manera especial para que nunca más se pintara. Mientras pensaba cómo iba a terminar de pagarlo, recibió el mensaje que el mástil estaba hecho, aunque en ese momento apareció la preocupación de cómo trasladarlo por más de mil kilómetros. El ingeniero le dijo: “Tengo dos noticias para darte Dorita. La primera es que tengo un encargo de tubos y perfiles porque había llamado –y no lo sabía- a Techint. Él era uno de los integrantes de la firma y dio la orden de hacer el mástil, suspendiendo los trabajos que se realizaban. Durante 24 horas tuvieron que corregir la maquinaria para hacer un solo tubo, que es ese mástil en el que ondea la bandera, se hiciera. Esa orden la dio Agostino Rocca, que murió al estrellarse el avión en el que viajaba. Sucedió tres años después que yo colocara la bandera en Cataratas, en un viaje que hizo al Sur para colocar otro mástil y bandera”. La mala noticia era que Scarlata todavía debía una parte. “Le pedí por favor que me aguantara hasta que cobrara el aguinaldo. Y me aceptó ese pago”, acotó.
Esta expeluquera y voluntaria de la Cruz Roja Argentina durante la Guerra de las Malvinas salió de Mar del Plata junto a más de cien integrantes de la comunidad que la acompañaron, por tierra, en esta singular empresa. La primera bandera fue bendecida en la Basílica de Itatí, Corrientes, en una parada “muy emotiva”. Su hijo, Juan José Montero, también fue de la partida, “para sostenerme y ayudarme”. La caravana llegó a Puerto Iguazú después de 27 horas de viaje. Al arribar, se encontró con que el intendente de Parques, “Carlos Gabriel Salceda que me recibió y me advirtió: señora tengo que decirle que el personal del Parque nacional está de huelga, nadie puede ingresar. Se me cayó el cielo. Pedí hablar con los guardaparques. Nos reunimos y les dije que reconocía su reclamo como trabajadores pero que yo venía a buscar al ciudadano para levantar la bandera. Y todos colgaron sus uniformes y vinieron a ayudarme. Fue hermoso. Intentamos plantar el mástil, bajamos a pulmón esos kilogramos de acero, y casi le cuesta la vida a un tractorista por querer elevarlo. Y así pude convencerme que la técnica nos venció, no la decisión de hacerlo”.
Salceda aconsejó que “no me preocupara, que iba a poner un mástil de campaña. Así lo hizo y cantamos el himno nacional a capela. Éramos más de cien personas a las que se agregó gente de Puerto Iguazú. Finalmente, con tanta emoción, elevé la bandera que había traído”. Prometió que, para el 6 de noviembre, Día del Guardaparque, iba a levantar el mástil y se iba a izar allí la bandera. Scarlata regresó para el 6 de noviembre de 1990 junto con sus padres, Juan y María Ester Gutiérrez.
Este año cumplió la promesa una vez más. Y trajo consigo un proyecto que es casi tan importante como la bandera. “Hay familias que disponen de dinero para hacer turismo y sus hijos visitan los Parques Nacionales. Pero hay otros miles que desconocen que el país posee parques y que también ellos son propietarios. Entonces, para todos ellos, es justo y lógico que le demos el conocimiento de saber cómo es un Parque Nacional, qué significa, cómo se desarrolla, su sitio geográfico, sus flora y fauna, el trabajo que desarrollan los guardaparques. Tiene que ser decisión del Ministerio de Educación de la Nación, de poner dentro de sus proyectos de estudios, a los Parques Nacionales. Se trata de la naturaleza, a la que tenemos que ayudarla que siga en pie, desarrollándose. No se defiende ni se ama lo que no se conoce”, explicó, quien considera que esto es “nuestro patrimonio”.