Las fuertes presiones sobre las alicaídas reservas del Banco Central que ya pisan terreno negativo tuvieron su punto de fractura el jueves por la noche. Mientras buena parte del país se preparaba para observar un evento deportivo de importancia, una maniobra del Banco Central dejaba en evidencia la urgencia por frenar la sangría de dólares.
Como contexto vale señalar que la medida se adoptó días después de que se publicara un informe que precisaba que las reservas líquidas de la autoridad monetaria estaban en zona riesgosa, en apenas 800 millones de dólares.
Shockeados por la medida, aunque no por la conducta, agencias de viajes, aerolíneas y hasta argentinos que tenían previsto pasar el verano en el exterior vieron limitadas sus posibilidades con la sorpresiva decisión de frenar la venta de pasajes y alojamientos en cuotas.
Las reacciones empresariales y políticas fueron evidentes esa noche, pero se transformaron en revuelo el viernes, justo cuando iniciaba una jornada de ofertas con la que muchos pensaban “salvar el año” o para proyectar un descanso, según fuera el caso.
Lo cierto es que con el hecho consumado y el escándalo arreciando, salió el Gobierno argentino a jurar que se trata de una medida “puntual y momentánea”, un verdadero deja vu cuando se trata de restricciones cambiarias.
Cuestiona el sector turístico y hotelero el timing oficial, justo cuando se trabajaba para recuperar algo de lo perdido en los tiempos pandémicos. Al fin y al cabo, pareciera que salvar a las reservas implica sacrificar a uno de los sectores más golpeados por la crisis sanitaria.
Hay quienes se preguntan también si desalentando el turismo al exterior se busca incentivar el interno de manera de reactivar el consumo que viene dando señales negativas hace meses.
Lo que es seguro es que, tratándose de cepos, nada es “puntual y momentáneo”.