Pese a la maniobra del Gobierno argentino de pisar las tarifas de los servicios públicos, el dólar oficial y de congelar cerca de 1.500 productos de la canasta básica, la inflación volvió a mostrar una variación elevada tanto en octubre como en noviembre empujando el nivel a casi 42% en lo que va del año.
Es más, muy a pesar del congelamiento, los precios de los alimentos de mayor consumo manifestaron incluso un aumento mayor a la inflación general proyectada de noviembre, impulsados por las carnes, las verduras y frutas. Fue una constante a lo largo del año, tanto que al día de hoy la inflación 2021 de los alimentos ya es del 50%.
Aseguraba en octubre la Secretaría de Comercio Interior que los verdaderos resultados del congelamiento de precios podrían advertirse en noviembre porque cuando la medida se puso en marcha el mes pasado muchos aumentos ya se habían dispuesto. A la luz de las góndolas y del humor social, una vez más fallaron las proyecciones oficiales, sus planes y sus exhortaciones al optimismo.
El año cerrará con altísima inflación y lo que resta por saberse es si en 2022 seguirán apelando a la vía de los fracasos o si, de una buena vez, comenzarán a trabajar sobre la macro con un proyecto serio y, cuanto menos, a mediano plazo.