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Silencio absoluto guardó ante el juez ayer el estudiante universitario de medicina detenido el domingo pasado en un departamento de esta capital por la presunta violación e intento de matar a una joven de 21 años, a la que rescataron inconsciente, maniatada y con rasgos evidentes de haber sido sometida a una golpiza previa.
La audiencia de indagatoria fue breve porque, por consejo de su defensor particular, se abstuvo de declarar a los interrogantes de los funcionarios del Juzgado de Instrucción 7 de la Primera Circunscripción Judicial.
Vale recordar que el acto se pospuso el jueves por 24 horas por fallas en el servicio de electricidad del edificio de calle Pedro Méndez y avenida Uruguay, en el barrio El Palomar.
El silencio del sospechoso no impidió que el juez Miguel Mattos determine que siga detenido pero ya con la imputación provisoria notificada de los delitos por los que se lo investiga: “femicidio en grado de tentativa y abuso sexual”.
Su defensa solicitó la excarcelación, trámite que deberá aguardar varios días y que no sorprendería sea rechazado, al menos en esta instancia del expediente en la que aún resta elaborarse prueba y recibirse declaraciones testimoniales.
Entre las voces que el instructor espera sumar, la declaración clave corresponde a la versión de la víctima del ataque quien continúa en evolución del shock traumático pero bajo contención psicológica.
Golpes y gritos
Hasta el momento, el detenido es investigado por lo sucedido el domingo a las 5.10 en un edificio de la avenida Lavalle casi Centenario (barrio Tajamar) cuando vecinos de la víctima llamaron al Centro Integral de Operaciones 911 de la Policía por los ruidos constantes y gritos que partían de uno de los departamentos alquilados.
Efectivos del Comando Radioeléctrico Centro y de la comisaría Segunda arribaron al inmueble y reanimaron a la joven que hallaron inconsciente sobre una cama. Las maniobras de RCP le salvaron la vida, fue confirmado luego.
Todo indica por el momento que los uniformados que acudieron al procedimiento “código rojo” utilizado en casos de violencia familiar, de género y delitos contra la integridad sexual, sorprendieron al sospechoso en flagrancia y con la muchacha prácticamente sin signos vitales.
Las mismas fuentes revelaron a PRIMERA EDICIÓN que cuando la policía fue convocada tocaron a la puerta varias veces sin que nadie los atendiera. Probaron el picaporte y no estaba cerrada con llave.
Ante la contingencia ingresaron y encontraron a un joven semidesnudo encima de la víctima. Sólo tenía puesta una remera. Lo apartaron y redujeron para luego observar que la joven estaba atada y amordazada con una cinta de embalaje en la cabeza, la cual le tapaba la boca y las fosas nasales, impidiéndole respirar, además de presentar hematomas alarmantes en la cara.
La víctima denotaba claramente signos de asfixia y tras chequear sus signos vitales éstos ya estaban muy débiles. Le realizaron el RCP (reanimación cardiopulmonar) y lograron que recobre el conocimiento y se la traslade al Hospital Ramón Madariaga. Mientras esto sucedía al sospechoso se lo llevó a la comisaría jurisdiccional y desde ese momento no habló salvo con su defensor particular.
La estudiante internada sólo logró aportar algunos detalles para la pesquisa: aseguró que no conocía al joven y tampoco de qué modo ingresó al edificio para cometer el grave delito. El breve relato que aportó no fue judicializado.