POSADAS. El gigantesco ejemplar de cañafístula que crece dentro del hogar de la familia Sidoski impresiona. No es para menos: la casa de dos plantas lindante a una ferretería detrás de la Garita del kilómetro 10 fue construida respetando la vida de ese ejemplar que ahora, según los cálculos de la familia, tiene una edad aproximada a los 35 años. La familia no lo quiso cortar y sorprendentemente sigue creciendo dentro de la casa -en una especie de patio interno-, pegado a las escaleras que llevan al primer piso de la vivienda.“No queríamos cortar el árbol. Cuando nos mudamos a este terreno teníamos el proyecto de transformar este lugar en un atractivo turístico, pero como después nuestros planes cambiaron, terminamos construyendo nuestra casa”, contó, Vilma Da Silva de Sadoski, esposa de José, si se quiere ideador del proyecto de la “casa del árbol”.“Habíamos visto en muchos otros lugares cómo se han construido casas de turismo, respetando las dimensiones del árbol. Sobre ellos se construyen casas de madera para que la gente visite y se entere de las bellezas que ofrece el lugar, desde un espacio muy exótico. Ese fue el proyecto original. Pero con el transcurrir del tiempo, hubo otras situaciones que cambiaron nuestros planes, pero nunca estuvo en ellos la posibilidad de cortarlo, por eso decidimos dejarlo crecer dentro de la casa, por el simple hecho de respetarlo, por los años que tiene, ya que estaba aquí antes de que nosotros llegáramos”, relató don José en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, en una especie de tour privado para conocer la famosa “casa del árbol”.“Nosotros vivimos hace más de veinte años aquí y todavía nos toca ver la impresión de la gente al mirar la casa. Se quedan mirándola desde que comienza la esquina y hasta recorrer toda la cuadra. La calle acá no es pareja y más de uno se cayó por mirarla embelesado”, contó risueña Vilma. Para la mujer “no tiene precio vivir aquí con los pajaritos cantando por las mañanas y la sombra que nos da los días de calor. Por ahí en otoño se complica limpiar las hojarascas, pero yo lo hago con alegría porque no hay nada igual”, contó con un brillo en los ojos. Un balcón en la copaCuando la casa de los Sidoski esté terminada, habrá un balcón en el último piso desde el cual se tendrá acceso directo a la copa de la cañafístula.“Tenemos proyectado un balcón casi en la punta del árbol, desde donde podremos descansar bajo su sombra, como se estila en las ciudades del interior de Misiones”. Los Sadoski son oriundos de Aristóbulo del Valle, y con el proyecto de dejar en pie el árbol quisieron seguir el ejemplo de amor a la naturaleza. “Lo que siempre nos pareció sorprendente de la planta es toda la vida que se desarrolla a partir de ella. Ahora estamos próximos a la floración, después aparecen las vainas que alimentan a los pajaritos y por acción del viento la vida se expande”, contó José quien también hizo una investigación sobre la especie que crece en el patio interno del su hogar. “El nombre que le daban los pueblos originarios era Ibirá Pytá, que más tarde se llamó árbol de Artigas, en honor al prócer de la revolución”, refirió brevemente el hombre.Consultados sobre cómo sobrellevan las tormentas que cada vez azotan más fuerte la ciudad, el matrimonio contó que “el árbol nos protege. Además, la época de diciembre es la mejor. Con este arbolito ni siquiera nos hace falta aire acondicionado”, sonrieron.
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