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“La impresión que tengo de Argentina hasta ahora es que es un país que tiene una baja capacidad estatal, pero una muy alta capacidad de personas”. Vitalik Buterin, el singular creador del protocolo Ethereum que sostiene a la segunda criptomoneda más importante por capitalización de mercado y que aspira a impulsar el desarrollo de finanzas descentralizadas y contratos inteligentes, acaba de llegar al país y en pocos segundos dejó una descripción brutalmente cruda y real.
Vaya por delante que no está en discusión en esta columna la validez, credibilidad o proyección del sistema de criptomonedas.
Sí, en todo caso, exponer la facilidad con la que queda al descubierto uno de los mayores problemas internos de cara a una posible salida a la crisis de turno.
Cuando debió responder preguntas acerca de los desafíos que enfrenta el peso argentino y las dificultades macroeconómicas con las que convive el país, Buterin valoró el rol del ecosistema emprendedor para adoptar soluciones. De allí su sentencia de un país con pocas capacidades estatales y muchas capacidades de recursos humanos.
“En países con inflación como la Argentina, pueden conocer realmente cómo funciona el dinero”, sentenció. “Esto muchas veces es el mejor ecosistema para que florezcan proyectos, la gente entiende que tiene que ver cómo hacer para que no le pegue la inflación y por eso aparecen abiertos a nuevas ideas”, señaló el programador y escritor ruso.
Para los argentinos hace ya mucho tiempo que quedó al descubierto la capacidad obstructiva del Estado de la mano de una dirigencia poco creativa, sin empatía y cada vez más alejada de los dramas cotidianos del pueblo. Pero tras lustros y lustros de caer en esas falencias, esa triste realidad es cada vez más evidente para el resto del mundo.