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Los celulares secuestrados en el departamento de la avenida Lavalle casi Centenario durante la madrugada del domingo 5 de diciembre que pertenecen a una estudiante de criminalística y a un joven de 26 años, presuntas víctima y victimario hasta el momento de un hecho que se investiga como “abuso sexual ultrajante y tentativa de femicidio”, no vincularon o no fueron hallados datos que apunten a una relación previa de amistad o conocimiento entre ambos.
Si bien, aún restan los análisis de los dispositivos enviados también a la SAIC junto con los discos de cámaras de seguridad de la zona del caso que instruye el juez Miguel Mattos, fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN apuntaron que al menos “en los celulares de ambos, no se encontraron contactos, mensajes, chats o algún tipo de intercambio previo”.
Esta evidencia sustenta la versión de la víctima que fue judicializada y que asegura que no conocía al estudiante universitario de medicina en Santo Tomé, Corrientes, que la maniató, violó y puso al borde de la muerte ahorcándola con el cable del cargador de un celular y amordazarla con papel en la boca y cinta de embalaje, también sujetándole las manos.
El resultado de esta pesquisa, en sentido contrario, complicaría la coartada de la defensa del detenido, que buscaría evidencias y recursos para que avance hacia una hipótesis de juego sexual violento pero consentido por ambos involucrados.
Vale recordar que el domingo mencionado, a las 5.10, en un edificio de la avenida Lavalle casi Centenario (barrio Tajamar) vecinos de la víctima llamaron al Centro Integral de Operaciones 911 de la Policía por los ruidos constantes y gritos que partían de uno de los departamentos alquilados.
Efectivos del Comando Radioeléctrico Centro y de la comisaría Segunda arribaron al inmueble y reanimaron a la joven que hallaron inconsciente sobre una cama. Las maniobras de RCP le salvaron la vida, fue confirmado luego.
Los policías acudieron al procedimiento de contingencia “código rojo” utilizado en casos de violencia familiar, de género y delitos contra la integridad sexual. Sorprendieron al sospechoso en flagrancia y con la muchacha prácticamente sin signos vitales.
Previo a ello tocaron a la puerta varias veces sin que nadie los atendiera. Probaron el picaporte y no estaba cerrada con llave. Ingresaron y encontraron a un joven semidesnudo encima de la víctima. Sólo tenía puesta una remera. Lo apartaron y redujeron para luego observar que la joven estaba atada y amordazada y con el rostro y resto del cuerpo con marcas de golpes.
La víctima denotaba claramente signos de asfixia y tras chequear sus signos vitales éstos ya estaban muy débiles. Le realizaron el RCP (reanimación cardiopulmonar) y lograron que recobre el conocimiento y se la traslade al Hospital Ramón Madariaga. Mientras esto sucedía al sospechoso se lo llevó a la comisaría jurisdiccional y desde ese momento no habló salvo con su defensor particular.