Navegando entre una situación interna complicada por la inestabilidad macroeconómica y un contexto internacional que no se despeja, las industrias de la Argentina deberán “gestionar una doble agenda”, según un informe de Abeceb para sus clientes al que accedió Infobae.
Por un lado, están los obstáculos, “con alta incertidumbre de corto reflejada en presión cambiaria al tope, reservas declinantes y crecientes expectativas de devaluación; en un marco de deterioro estructural de largo plazo que eleva los desafíos”.
Por el otro, se encuentran “los catalizadores, con la aceleración y confirmación de un nuevo sendero en las preferencias de los consumidores, la aceleración de la agenda de sustentabilidad, los cambios en la espacialidad, y en el mundo del trabajo que imponen la necesidad de transformación y otorgan oportunidades para agregar valor”.
Al respecto, el informe de la consultora del exministro de Producción y Trabajo (gestión Cambiemos) Dante Sica indicó que “los últimos proyectos de ley enviados al Congreso intentan dar alguna directriz para guiar la actividad productiva a través de estos desafíos”.
Sin embargo, advirtió que “los incentivos planteados no son claros y, en algunos casos (ley de inversiones automotrices, ley de envases y ley de electromovilidad, entre otros) confunden los desafíos de corto con la necesidad de otorgar una mirada estratégica, coordinada con las empresas y creíble”.
“Los principales movimientos de inversión van en la línea de posicionarse en torno a los catalizadores; la creatividad como nexo entre la coyuntura y las tendencias: nuevos productos y servicios, unidades de negocio diferenciadas y alianzas estratégicas para alcanzar un buen posicionamiento”, dice la consultora.
Estos desafíos se dan en un contexto en el que “la economía ingresa a 2022 con debilidad política y una macro desafiada, con las autoridades obligadas a hacer algunas correcciones (léase, tarifas y déficit fiscal), alta inflación y crecimiento modesto que marcarán la agenda”.
“Luego de una recuperación parcial en 2021 del desplome sufrido en 2020, se espera un magro desempeño del consumo en 2022, limitado por la magra recuperación del poder de compra, la debilidad del mercado laboral y las restricciones de acceso al crédito”.
En torno del consumo, “seguirán persistiendo las dinámicas duales reflejando la polarización de configuración social y el deterioro estructural de la clase media, con sectores con mejor desempeño asociados a los segmentos de mayores ingresos, debilidad de los consumos típicos de los estratos medios y alguna oportunidad de incrementar volumen en los segmentos populares, cada vez más significativos”.
Respecto de los precios, “tras la fuerte aceleración inflacionaria de 2021 (+ 15 puntos porcentuales vs. 2020) pese al cuasi-congelamiento tarifario y el uso del ancla cambiaria, se espera para 2022 un piso inflacionario de 50% (con riesgo al alza) en un contexto en que se esperan reacomodamientos tarifarios y una aceleración de la tasa de devaluación del tipo de cambio oficial”.
“Se estima que cierta reducción de la brecha fiscal y la emisión monetaria para financiarla en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, contengan subas inflacionarias mayores en un contexto de reacomodamiento de precios relativos”.
Dólar
En el plano cambiario, luego de un año en el que “se intentó usar el tipo de cambio como ancla antiinflacionaria y que finalizará con un deterioro de la competitividad cercano a 18% en términos reales, se espera para 2022 una aceleración de la tasa de devaluación del tipo de cambio oficial, en el intento de recuperar algo de la competitividad perdida y revertir la pérdida de reservas del BCRA”.
“Las autoridades intentarán en primera instancia evitar un salto devaluatorio que comprometa la recuperación del nivel de actividad y lleve a una aceleración inflacionaria aún mayor, pero no se descarta un escenario de este tipo (con menor probabilidad de ocurrencia)”.
“De cara a 2022, en un contexto en que se volverá a repetirse un generoso superávit comercial y en el marco del acuerdo con el FMI, se espera que el balance de divisas siga ajustado pero que la oferta de dólares calce con la demanda permitiéndoles al Central acumular una ligera dosis de dólares para cumplir el piso de reservas que se comprometa en el acuerdo con el FMI”, acotó Abeceb.
“Sábana corta”
En este contexto, se subrayó que “la normalización de las actividades presenciales y el consumo de revancha ponen al entretenimiento y la hotelería como tractores de una recuperación de bolsillos flacos”, pero aclaró que “la amenaza de Ómicron desafía a aquellos que dependen del turismo receptivo”.
A la vez, las “restricciones COVID y el supercepo con salarios en dólares bajos generan turistas cautivos y sostienen consumo de indulgencia, esta vez, no siempre en el hogar”.
El informe destacó que “el sesgo intervencionista otorga oportunidades a inversiones spot de rápida maduración y resguarda el mercado para sectores sensibles a las importaciones”. Sin embargo, “la sábana es corta: las restricciones a las importaciones topean el desarrollo de algunos mercados: limitan la diversidad de modelos a disposición, y otorgan incertidumbre con relación a algunos insumos”.
“A la administración de importaciones se le suman los riesgos de la distorsión de las cadenas de valor internacionales, con industrias ya afectadas por la crisis de chips y semiconductores, así como por la presión de costos ante el aumento de precios de insumos difundidos: vidrios, plásticos y acero, entre otros”.
Desbalances
Para los sectores que dependen del Presupuesto Nacional “las señales son mixtas: para la obra pública si bien las licitaciones avanzan a buen ritmo, los pagos se encuentran tensados”.
En los concesionarios de servicios públicos, “por el lado tarifario, esperamos algo de ajuste de precios relativos, pero la inflación acumulada en los últimos dos años impide una normalización de corto plazo”.
“Tras cerrar 2021 con una suba mayor a la que se preveía meses atrás, se espera una fuerte moderación del crecimiento para 2022 en el marco de una macroeconomía que seguirá desafiada por la persistencia de desbalances en los planos fiscal, monetario y externo -que habrá que empezar a encarar-, cepos, controles a los precios y al comercio y brecha cambiaria que persistirá en niveles elevados”.
Este escenario “asume la firma de un acuerdo con el FMI que logra acotar incertidumbre y evitar eventos macroeconómicos disruptivos, pero que, dada la presencia de desequilibrios que llevará tiempo encaminar, no alcanza para impulsar un mayor rebote del crecimiento económico”.
En cuanto a los sectores energéticos, “para el petróleo, el diferencial está en manos de aquellos capaces de exportar, aunque asegurando el barril criollo.
Para el gas, el Plan Gas avanza favorablemente, más aún en un contexto de aumento de precios del GNL a nivel mundial”, señaló finalmente Abeceb.
Exportaciones: bien, pero no tanto
La Argentina exportará por U$S 74.500 millones de dólares en 2022, un 3% menos que este año, si bien el monto será uno de los mejores cuatro registros de los últimos 20 años.
Así lo estimó un informe de la consultora Abeceb, que a la vez señaló que con ese nivel de exportación -y el mantenimiento regulado del cepo mediante- habrá un superávit comercial (de Aduana y Cambiario) “interesante”.
Ese superávit ya no será de cinco cifras como en el trienio 2019-2021, sino que se ubicaría en torno a los U$S 8.500 /U$S 9.500 millones en 2022.
“Perder en un año casi US$ 6.000 millones de oferta seguramente mantendrá elevados los desafíos a sortear en el mercado cambiario”, consideró la consultora.
Y añadió que en una economía “cuasi cerrada y con cepo”, las exportaciones “volverán a constituirse en casi la única fuente de ingresos de divisas para abastecer las distintas demandas de dólares”.
Es que se espera que las otras fuentes potenciales alternativas (endeudamiento público y privado con el exterior, inversión extranjera directa, entre otras) sigan en niveles insignificantes en una economía que tiene cuasi cerrado el acceso a los mercados globales de crédito a tasas razonables y el clima regulatorio no fomenta los flujos de ingresos de capitales (no entran donde no pueden salir), evaluó Abeceb.
Sin embargo, no descartó que ingrese algún recurso fresco en el marco de la firma del acuerdo con el FMI con el fin de fortalecer las reservas, pero aclaró: “No será una lluvia de dólares que alteren esencialmente la dinámica esperada del mercado cambiario”.
Según el informe, 2021 cerrará con exportaciones en torno a U$S 77.000 millones, mostrando un incremento interanual de 40% y alcanzando niveles históricos de la mano principalmente del boom de precios de commodities, la fuerte recuperación de las manufacturas de origen industrial -impulsadas por Brasil- y la recuperación del crecimiento global que traccionó las ventas externas.
Pero para 2022, el contexto internacional -advirtió la consultora- se muestra menos propicio por varios factores: no se repetirán los “súper precios” de las commodities de 2021, el estancamiento/cuasi recesión de Brasil en un contexto de altísima incertidumbre política y una mayor demanda de crudo por parte de las refinerías que acotará márgenes para exportar, entre otros factores.
Fuente: Infobae