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Sequía, fuego, ciudades con problemas de abastecimiento de agua potable y muy altas temperaturas que castigan a la tierra colorada. Esta es apenas una parte de las consecuencias de un momento muy complicado que se vive no solo en Misiones, sino también en otras provincias.
Es por ello que ayer se determinó la continuidad de la emergencia hídrica, que complementa a la ígnea y una veda de pesca que buscará preservar los recursos ícticos de manera extraordinaria.
Sin dudas que, a medida que pasan los meses, el agua potable tan vital y necesaria para la vida de los seres humanos como para la producción, la comercialización por nuestros ríos, entre otras actividades, se vuelve cada vez más escasa.
Por esta razón será muy importante la conciencia social con la que se actúe, en particular los vecinos de localidades a la vera del río Paraná que, como se explica en la edición de hoy, cuenta con menor caudal del de por sí deficitario que arrastra desde hace tantos meses.
Los municipios deberán jugar un rol preponderante en los controles, en especial de quienes sin entender las dificultades que provoca no contar con los recursos hídricos suficientes, impacta de modo muy negativo en las comunidades misioneras.
El cambio climático del que tanto se habló en este año que se despide hoy, profundiza su presencia de modo negativo. Y con la advertencia que es capaz de avanzar de la peor manera.
Ante la falta de acuerdos estratégicos de los gobiernos mundiales por poner un freno a tanto daño a la naturaleza, solamente la ciudadanía actuando de forma colectiva, podrá conseguir mitigar de algún modo los impactos que nos esperan.
El agua no puede convertirse en un elemento de acceso solamente de quienes tienen cómo pagarla. Muchos verán modificada su vida cotidiana, su salud y las de las próximas generaciones si no se actúa rápidamente.