Se acerca fin de año y es una época muy especial porque muchos se apresuran a hacer en estos últimos días las cosas que tenían planeadas en el año y aún están pendientes, otros hacen lo que llaman “un balance del año” y algunos pocos solo lo viven como cualquier día.
Lo cierto es que el fin de año lo queramos o no tiene una connotación especial, un resumen de lo vivido, de las cosas que queremos hacer, nuestros logros y nuestras metas alcanzadas, así como todo lo que nos ha quedado en el tintero.
Por mucho tiempo, en ésta época del año hacía un balance en mi cabeza, analizando lo logrado y lo pendiente; pero luego me di cuenta que los balances fríos están bien para las empresas, los proyectos financieros, pero no para las personas porque somos mucho más que cosas logradas y no logradas.
Los balances hechos como una revisión de todo pueden ser muy positivos, si lo miramos siempre con amor hacia nosotros mismos, entonces, si detectamos objetivos que queríamos alcanzar y no los hemos logrado, al mirar desde el amor podremos analizar qué puntos de mejoras tenemos y no defectos o errores, y desde ese punto construir una nueva estrategia para el año que comienza sin abandonar nuestros sueños que son el motor de todo lo que hacemos.
Por otra parte, un balance completo implica también resumir todo lo bueno que hemos realizado en el año, que seguro es mucho más de lo que podemos pensar a simple vista. Los cursos realizados, los aprendizajes incorporados, los desafíos que supimos aceptar, los riesgos que corrimos, las muchas veces que dijimos “Si” y nos animamos a lo desconocido sin saber qué había del otro lado.
También es tiempo de recordar todos los momentos lindos que hemos tenido, un reencuentro, un hijo que se recibe, una persona querida que supera algo difícil, el tiempo pasado con amigos, muchísimas cosas.
Finalmente es también un tiempo para agradecer la libertad que tenemos de elegir lo que queremos hacer, hasta de desplegar o no nuestro ser.
Agradecer a las personas queridas que sostienen nuestra mano, que nos abrazan con la mirada, que creen en nosotros y lo más importante, que dentro nuestro está todo lo que necesitamos para ser felices, tenemos los sueños, la fuerza y la libertad para elegir el camino que queremos.
Los sueños son nuestra fuerza y nuestro corazón palpitando con pasión es el indicador de que no estamos simplemente pasando por esta vida, sino que estamos disfrutando cada segundo, hasta el último latido. ¡Feliz balance y feliz Año Nuevo para todos!