
Por lo que se sabe hasta ahora de la investigación, el rol de un empleado infiel habría sido fundamental para que se concretara un robo a un taller mecánico ubicado en inmediaciones de la avenida Aguado, entre Andresito y Santa Cruz. Literalmente desvalijaron el lugar llevándose todo en una camioneta que posteriormente fue secuestrada. Además del joven que trabajaba allí, hay otros dos detenidos. La policía y el propietario del lugar están tras la pista para recuperar las decenas y por demás valiosas herramientas que sustrajeron los delincuentes.
Según pudo saber este Diario, el ilícito ocurrió el pasado sábado 8 de enero en horas de la madrugada. Luego de “reventar” la parte trasera del local, los ladrones salieron por la parte delantera y cargaron todo a una Volkswagen Amarok blanca para darse a la fuga. Lo hicieron con total tranquilidad, puesto que sabían de antemano lo que había y como entrar. Salir del lugar con el botín les resultó mucho más fácil, puesto que tenían la copia de llave de los candados de la parte delantera del taller.
La víctima, un hombre de 51 años, relató que el sábado por la mañana llegó al lugar y notó que el portón estaba abierto. Apenas miró al interior se dio cuenta del robo que había sufrido.
Entre las cosas que le habían sustraído pudo contar un escáner para detectar fallas del sistema electrónico de los automóviles, tres computadoras tipo notebook, varios juegos de llaves, pinzas, alicates, destornilladores, una soldadora eléctrica, una amoladora, taladros de mesa y de mano, baterías de autos que estaban en reparación, entre muchos otros elementos.
Luego de radicar la denuncia en la seccional Decimoséptima, el dato que le aportó un vecino de la zona fue clave. Éste había visto en la madrugada del jueves merodear una camioneta blanca en la zona del taller. Como le pareció sospechosa, anotó la patente y se lo comentó al dueño. Al conocer que podía tratarse de potenciales ladrones, el propietario fue a la zona de su taller en la noche siguiente, a modo de precaución y para quedarse tranquilo. Pero fue entre la noche y la madrugada siguiente cuando violentaron su local.

La chapa patente de la camioneta fue otro de los puntos claves para que avanzara la causa. Llegaron al domicilio de quien figuraba como dueño y resultó que la había vendido el mes pasado. Tenía los datos del nuevo comprador, una mujer integrante de una fuerza federal que precisamente había viajado a otra provincia a cumplir funciones. Pero era su hermano, de 29 años, el que había manejado la camioneta el día que la compraron.
Investigadores de la Unidad Regional I se valieron de todos los datos que recolectaron para identificar al primer sospechoso. Pero el empleado infiel, un joven de 22 años, ya había quedado en la mira. Este fue el primer detenido en averiguación del hecho. Los policías lo aprehendieron a la semana siguiente, luego de que -sospechosamente para los pesquisas- no fuera a trabajar ese fin de semana. Llegaron al taller y le comunicaron acerca de la orden de detención en su contra emanada del Juzgado de Instrucción 1.
Según las fuentes consultadas, no pasaron muchas horas cuando de manera espontánea contó a los policías que había vendido el dato para robar el taller por la suma de 12 mil pesos. Esa madrugada del jueves, había ido en la camioneta junto a otros dos sospechosos para mostrarles por dónde podían ingresar. Hasta el momento esta versión no tiene fuerza de prueba, puesto que aún no lo ha mencionado ante la autoridad judicial.
Ya con los nombres de los otros involucrados, supieron que ellos estaba en Corrientes y se pidió colaboración a la Policía de esa provincia. La detención de ambos se produjo en El Arco de ingreso a Misiones por la ruta 12. La camioneta en la que se desplazaban quedó secuestrada.
Si bien ocurrieron una serie de allanamientos, no pudieron encontrar las herramientas robadas. El damnificado aguarda que los involucrados digan a quién se las vendieron, o que alguien que tenga algún dato acerca de dónde las podrían haber entregado se lo comunique a la Policía. El valor de lo robado es millonario y el perjuicio laboral incalculable.