El 21 de enero de 1994, un grupo de 25 bomberos salía a la vera de la ruta 3 en Puerto Madryn (Chubut) para apagar un incendio, pero las trampas del viento patagónico hicieron que pasara lo peor.
Los bomberitos de Madryn, como se recuerda a ese grupo de héroes de entre 11 y 23 años, salieron hacia el suroeste de la ciudad portuaria a combatir un incendio forestal.
Las columnas de humo provocadas por el incendio llegaban a verse a kilómetros de distancia. De hecho, desde Trelew podían verse de manera nítida por la densidad y la altura que tomaron.
El avance de las llamas, que consumían a pasos agigantados los pastizales y matas del lugar, amenazaba con llegar a las zonas pobladas de Puerto Madryn, por lo que el grupo de 25 bomberos voluntarios se apostó para impedir que eso sucediera.
En pleno combate del fuego, el viento cambió de dirección y las llamas comenzaron a volcarse hacia donde estaban los bomberitos. José Luis Manchula, que era quien estaba a cargo del grupo, relató en comunicación con el cuartel, alrededor de las 5 de la tarde, que la situación se estaba tornando muy difícil y que intentarían salir del lugar siguiendo la línea de fuego.
Esa fue la última comunicación que el joven de apenas 23 años tuvo con sus compañeros. Esa noche, lo dieron por desaparecido junto a los 24 bomberitos.
Al día siguiente se confirmó la peor de las sospechas: las lenguas de fuego y el humo cubrieron a los cadetes, que intentaron huir tal como lo dijo Manchula, pero el humo imposibilitaba el escape al impedir su visión, haciendo que queden atrapados en el sector.
Sus nombres: Daniel Araya de 21 años, Mauricio Arcajo de 12, Andrea Borredá de 18, Ramiro Cabrera de 16, Marcelo Cuello de 23, Néstor Dancor de 15, Alicia Giudice (la primera mujer bombero de Madryn), de 22, Raúl Godoy de 23, Alexis González de 22, Carlos Hegui de 12, Lorena Jones de 15, Alejandra López de 15, Gabriel Luna de 21, José Luis Manchula de 23, Leandro Mangini de 18, Cristian Meriño de 21, Marcelo Miranda de 11, Juan Moccio de 15, Jesús Moya de 20, Juan Manuel Passerini de 16, Cristian Rochón de 19, Paola Romero de 17, Cristian Llambrún de 21, Cristian Zárate de 14 y Juan Carlos Zárate de 22.
Los bomberitos de Madryn fueron despedidos por una multitud que apesadumbrada se congregó en el gimnasio municipal para darle un último adiós a estos héroes que no dudaron en ponerse al servicio de la población, porque “nadie nos obliga, sólo el dolor de los demás”.
Los ataúdes fueron trasladados por las cuarenta cuadras que separan al gimnasio del cementerio en medio del llanto y la emoción.
La tragedia enlutó a Puerto Madryn, pero significó un punto de quiebre en la actividad bomberil a nivel nacional: se acentuó la capacitación y el perfeccionamiento de cada uno de los miembros, a los fines de contar con personal idóneo para combatir las diferentes contingencias que pudieran presentarse en un incendio.
Fuente: Ser Argentino