La tristeza y el dolor con que el decano de la facultad de Ciencias Forestales de la UNaM, con sede en Eldorado, aseveró ayer que la Reserva Guaraní quedó prácticamente sin árboles del bosque protegido, a raíz de los incendios, es la confirmación de la pérdida de una riqueza única de nuestra biodiversidad que se va consumiendo por los incendios forestales.
El ingeniero Fabián Romero aseguró que no quedan dudas que detrás de semejante hecho, hubo cazadores furtivos que tenían armados hasta campamentos dentro de la reserva.
Como estas 400 hectáreas que estaban destinadas al estudio de la fauna y la flora, día a día se siguen consumiendo decenas más en la Biosfera Yabotí. Y no hay recursos humanos, aviones hidrantes, helicópteros que alcancen para evitar el desastre que puede significar la pérdida de lo poco que queda de selva y monte. Ese patrimonio que la Argentina llama “pulmón verde” pero que tiene poco y nada de inversión por parte de los Gobiernos para evitar su desaparición.
Por estos días, entre el cansancio de los brigadistas, bomberos, los voluntarios que trabajan largas jornadas poniendo sus vidas en peligro, lamentablemente el tiempo no ayuda. Las lluvias importantes se siguen haciendo esperar. Pero, seguramente, luego seguirán los calores sofocantes y el peligro de repetir las tristes escenas de estos días.
Algo debe cambiar. Desde la legislación que sancione más duramente a los autores de estos hechos, la preservación mediante la presencia de más guardaparques, y la lista puede continuar.
¿Estamos a tiempo? Seguramente habrá especialistas que podrán determinar cuánto de ese valioso tiempo nos queda para salvar algo más de nuestra riqueza de biodiversidad.