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Indignación. Es lo que causó el cartel colocado recientemente en el vidrio de las pocas oficinas que Servicios Urbanos SA (del Grupo Z) para avisar que se vino un fuerte incremento en el costo de la renovación de la tarjeta SUBE, en caso que el usuario la pierda o se le dañe.
La reimpresión pasó a mil pesos por cada plástico a partir de la semana pasada. Otro golpe al bolsillo de cualquier misionero que podría gozar de mayores beneficios, con los millonarios subsidios que perciben las empresas Z y que, pronto, se actualizarán para darles mayor rédito.
La novedad llegó en medio de la espera de la Audiencia Pública convocada para el próximo jueves 3 de febrero, donde se discutirá el boletazo que se aplicará al viaje en el deficiente servicio de transporte urbano que el Grupo Z maneja en Posadas en casi su totalidad. Y, como si fuera poco, no admite competencia que pueda demostrar que siempre se puede ofrecer mayor calidad y comodidad a los pasajeros, esas miles de personas que no tienen alternativa más que viajar como “ganado” en los horarios pico de la semana.
Aprovechando la “ola” de autorizaciones que hará el Gobierno local para el incremento del boleto de por lo menos el 50% a partir de marzo, Servicios Urbanos decidió “actualizar” el costo de su burocracia, que dejó a la SUBE Misionera entre cinco y 10 veces más cara que la SUBE nacional. Esta última es la del sistema que el mismo Grupo Z se resiste en dejar llegar para beneficiar los golpeados bolsillos de los pasajeros del área metropolitana.
En la página del Gobierno nacional, se estableció que el plástico de la SUBE nacional cuesta $90 pero los kioskos donde se vende sin mayor trámite, la ofrecen entre los 100 y 200 pesos cada una.
Desde el mayor precio hasta la enorme cantidad de datos personales que se solicitan para registrarse a la SUBE Misionera, las desventajas se siguen sumando y las terminan sufriendo los usuarios que no tienen alternativa.
Patricia, empleada de comercio, tuvo problemas con su tarjeta SUBE “Z” ya que no lograba que fuera leída en cada viaje que quería realizar entre su casa y el centro posadeño.
Cansada de lidiar con el plástico, decidió ir en diciembre a renovarlo. “En ese momento me dijeron que costaba $100 la reimpresión pero no la hice porque me había olvidado el DNI”, se lamentó ya que volvió en la semana posterior al aumento y se encontró con que sale mil pesos.
“Encima que te cobran muy cara la renovación de la tarjeta ni siquiera te reconocen una parte para que puedan hacer un par de viajes y ‘te duela’ menos el costo”, agregó.
Con un toque de humor ante la indignación, aseguró: “Miré bien si venía enchapada en oro o con algún dije de plata”, para lanzar una sonrisa después de tener que pagar semejante cifra.