Dicen que Luis Ramón Beluzzo, siempre deseó radicarse en Misiones, desde que era muy joven. Allá por las tierras montieleras de su Entre Ríos natal, le contaban de las hazañas epopéyicas de esos inmigrantes que supieron labrarse un destino promisorio en estos lares.
Según el escritor Marcos Molares, su sueño, al fin se cumplió, a mediados de la década del 80, del siglo pasado, cuando pudo radicarse en Oberá, su tierra prometida, donde echó raíces, junto a su esposa, para que el árbol familiar tuviera sus frutos, a través de hijos misioneros que prolonguen el hilo genealógico de sus ancestros. Casi cuatro décadas marcan el compás de su vida misionera, al ritmo del trabajo febril y del amor por esta tierra colorada, en las que siempre ansió peregrinar como un caminante más, forjando con sus huellas una trayectoria de trabajo, solidaridad comunitaria y afectos familiares.
Beluzzo, apodado “Lito”, en Oberá, nació hace 61 años , en Colonia Santa Juana, en los parajes míticos del General Justo José de Urquiza, más precisamente dentro del circuito geográfico de las afamadas Estancias del Estado que regenteaba el máximo prócer entrerriano, en actual Departamento Federación, a mediados del siglo XIX, en la provincia de Entre Ríos.
Allí, sus padres: doña Elsa Tisocco de Beluzzo y don Horacio Beluzzo, se abocaban a las tareas rurales. “A él lo emocionan, todavía, los recuerdos de esos fundos, donde vio trabajar a sus viejos con ahínco, de sol a sol. Mirándolos, y participando de las labores rurales, él y sus hermanos aprendieron a absorber la cultura del trabajo, para luego hacerse hombres y mujeres de buena formación”, relató.
Luego, cuando sus padres, se trasladaron a ciudades más populosas, “Beluzzo, recuerda que con sus amigos, aspiraban el aroma de los productos del campo, que se exhibían en los escaparates de los almacenes, con un placer y una añoranza, porque más de uno habían nacido en las colonias adyacentes o vivían, aún, en contacto con la naturaleza”, agregó en el libro.
“Lito” intentó forjarse una carrera universitaria en la provincia de Santa Fe. Tenía pasión por la ingeniería eléctrica. No pudo ser, por imponderables que no vienen al caso relatar. Pero toda esa gira estudiantil le fue positiva, porque le posibilitó anudar contactos –sobre todo a través de los parientes de su futura esposa- que luego le sirvieron para comenzar una interesante actividad comercial en Misiones. Más precisamente en Oberá, a partir de 1986.
“Vivo en paz en esta ciudad”, explicó alguna vez Beluzzo. “Ama a su esposa, Stella Maris Bracco. Adora a sus hijos, ya grandecitos y todos profesionales; los cuida, los protege y daría su vida por ellos”, relató Fabián Oscar Iglesias, otro de sus tantos amigos.
Asimismo, un fuerte vallado fraternal entorna a “Lito” Beluzzo, porque tiene cuatro hermanos: Teresita, Cristina, Omar y Miguel, que, como estacas, sostienen el entramado familiar que está dejando numerosa descendencia beluzziana.
Ya pasaron 40 años de su llegada, por primera vez, a Oberá. “Con su esposa, indisolublemente unidos, y siempre enamorados, desarrollan sus actividades. Tienen tres hijos que son profesionales. La felicidad de un hogar bien llevado, con simiente prometida, es el objetivo de toda buena persona que quiera realizarse en la vida. Lito Beluzzo cumplió con creces esa misión en esta tierra. Se ha afianzado con el universo palpitante y con el destino que así lo ha querido”, aseguró el autor de este trabajo/homenaje. Mientras “Lito”, recuerda que “somos muy felices”.
“Sos digno de admiración, por tener esa hermosa familia”, dijo al felicitarlo una de sus amigas, que lo adora. Y, efectivamente, así es. Él se dedicó a construir un futuro en común, con su esposa –que ejerce en la Zona Centro su profesión de odontóloga– y lo logró con un diez felicitado. Pero lo más loable, es que ha logrado construir una gran familia unida, sólidamente constituida y de fuertes lazos de amor, comprensión y afecto mutuo”, acotó en el escrito.
Molares aseguró: “Es que así es ‘Lito’: un hombre familiero, trabajador, sumamente honesto, solidario, y que, además, en Oberá logró hacer muchas amistades, ampliando enormemente su círculo de confianza. Todo gracias a su carácter afable, alegre, dicharachero, con una eterna sonrisa a flor de labios y un chiste a estrenar en su bagaje del día”.
Además, “‘Lito’ es un tipo que se amolda a cualquier circunstancia que se presente, aunque sea adversa. Se acostumbra en seguida a sobrellevar los vaivenes de la vida. No se escandaliza por los traspiés; conserva la calma y busca siempre una salida. Como nos pasó a todos, Lito aguantó demasiados chubascos y más de una vez se plantó firme ante los huracanes desbocados”.
Un inquieto
Así transcurrió su vida en Oberá. Integra entidades intermedias, con fines comunitarios y sociales. Es un vecino de la ciudad, muy apreciado.
Nunca pudo estar quieto. “Lito” siempre está haciendo algo, si es que no está en su empresa: alguna actividad comunitaria, si se lo precisa, alguna tarea servicial para los amigos o los vecinos. Siempre hay algo para hacer. Si bien su esposa le pide que se apacigüe y que descanse un poco.
“A veces, cuando tiene que dedicarse al ocio, se la agarra con el jardín, y meta y dale con las plantas, a las que adora, como buen gringo de campo, tal cual lo fue su amado padre, tal cual lo fue su amada madre. ¡Doña Elsa! ¡Don Horacio! ¡Qué hermoso dúo de padres tuvo Lito, carajo!”, exclamó un compañero de la juventud, que lo conoce muy bien.
Desde su jardín, muchas veces se lo divisa sentado, y “él mismo confiesa que lo asaltan ciertos recuerdos de su lejana adolescencia, cuando en el Departamento Federación, Entre Ríos, fue un testigo privilegiado y en primera fila, de una época donde los medios de comunicación se hacían notar tímidamente, todavía, en el Litoral Argentino, y sobre todo en las ciudades más pequeñas, que aún estaban en crecimiento y no constituían polos de desarrollo sostenido”.
Contó que fue corresponsal del diario Paraná. También colaboró con diferentes emprendimientos en el rubro de la radio-difusión.
Y siguen más recuerdos. Pero estas remembranzas son contadas por un escritor entrerriano, actualmente afincado en Formosa, en un libro de reciente aparición, titulado Book Azul. Homenaje a una generación regional.
Se trata de Marcos Raúl Molares, que además es historiador, y que emprendió la tarea de esbozar la biografía de 33 personas, radicadas en distintos puntos del país: Formosa, Chaco, Corrientes, Misiones, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, pero también Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Neuquén, Chubut, Jujuy, Salta, y tantos otros lugares de la vasta y atrapante geografía argentina. Uno de esos ciudadanos, homenajeados en esta obra literaria, es Beluzzo, y para muestra va una descripción de su casamiento.
“Era de noche: nocturno romántico para dos seres que tanto se amaban como para decidir unirse, un 31 de enero de 1986. Dos destinos que se unían. Dos enamorados, jóvenes, tímidos, ansiosos y enlazadas por fuertes sentimientos de puro amor y pasión. Eran dos, pero la iglesia estaba repleta de afectos de mucha gente que se había convocado para presenciar el casamiento de nuestros amigos, Lito Beluzzo y Stella Maris Bracco. Los radiantes padrinos fueron doña Elsa Tisocco de Beluzzo –mamá de Lito– y don Atilio Bracco –papaíto de Stella–. Además, familiares directos, parientes, amigos y allegados contemplaban la escena nupcial con respeto y recogimiento, entretanto el verano custodiaba en vigilia al coche aparcado frente al atrio, que luego los trasladaría hasta el lugar de la fiesta”.
Luego, continuó relatando: “Cuando llegó el instante ansiado del sí, ambos lo pronunciaran con ungimiento y devoción frente al sacerdote que presidía la ceremonia. Fue ahí, justamente en ese momento, en ese corte del tiempo, que de pronto Luis y Stella ya no fueron dos que se adoraban a morir, sino que pasaron a ser una sola persona, consagradas por el sacramento, la noche y el aroma a incienso que los embriagaba en demasía”.
A decir de Molaro, Misiones los protege, como frondosa naturaleza verde que los abriga constantemente. El sueño de Luis Beluzzo, se ha cumplido: realizarse en el terruño que adoptó a tantos inmigrantes y emigrantes de distintas partes del país y del mundo. Su historia es sencilla, natural, de rutina, pero su trayectoria trascendió los umbrales de la Capital del Monte, para ser enmarcados en un libro que hoy lo homenajea y que es replicado en diferentes provincias. Se trata de “un premio, en fin, a su enconado sacrificio por encontrarse a sí mismo, y por asimilarse a un terruño, al que siempre soñó conquistar. Al final de cuentas, fue Oberá el que lo enamoró. ¿O fue Stella? ¿O fueron las dos?”.