Vivimos épocas difíciles a raíz de la pandemia, enfermedades, excesos de trabajos, nerviosismos por la crisis económica, exigencias de la gran demanda familiar, etc. Son momentos y realidades que nos quitan el entusiasmo y la alegría para enfrentar tantos desafíos que tenemos a diario. Creo que una de las claves para afrontar estas incertidumbres que atravesamos, pasa por la conciencia y la plenitud con que vivimos el “hoy”.
Es bueno que podamos reflexionar sobre la importancia de estar presentes conscientemente en nuestra realidad para seguir dando pasos firmes en la vida a pesar de los contratiempos. Más de una vez, cuando hacemos un alto, tal vez no recordamos lo que pasó ayer o hace unos minutos atrás. A menudo nuestra mente se dispersa entre lo que pasó en el pasado o tal vez está llena de proyectos y planes para el futuro, que no siempre se concretarán como lo soñamos.
Vivir nuestro presente con alegría y entusiasmo, es un gran desafío para todos. Cuando se logra esta consciencia podremos gozar de la presencia de aquellas personas que nos rodean y comparten nuestra vida a diario. Cuando reflexionamos sobre nuestras preocupaciones e inquietudes, más de una vez descubrimos que hemos sido preparados para planificar el futuro, pero nos falta el entrenamiento para estar en el presente. Obviamente una buena planificación es necesaria para lograr el éxito en la vida, sin embargo la verdadera plataforma de la vida, la alegría y la creatividad están en el presente.
Todo lo que sucede en la vida es nuestro presente es lo que va formando nuestro ser como personas y familias. En este sentido en la vida no existen casualidades. Las cosas no suceden por accidentes, sino que todo acontece por algo. Y cada uno de nosotros somos protagonistas de las cosas que transcurren en nuestra vida. Cuanto más estamos presentes en el hoy, con conciencia plena, estamos abriendo las puertas al éxito de la vida.
Los maestros espirituales nos aconsejan vivir el presente y estar consciente de lo que nos va sucediendo, sin juzgarlo. Esta mirada nos invita a tomar conciencia de las emociones, las presencias y las ausencias que aportan alegría a la vida. Para poder estar en el presente conscientemente se necesita un cierto entrenamiento y práctica. La palabra de Dios nos anima a confiar en Dios y vivir el presente ante tantas preocupaciones que nos quitan la alegría de la vida: “No estéis preocupados por la vida…Miren a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, su Padre celestial los alimenta…¿No valen ustedes más que ellos? …Por tanto, no se angustien por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le bastan sus preocupaciones.” (Mt 6, 24-34).
Por eso en la medida que vivimos conscientemente nuestro presente y nos abrimos a la escucha de la voz interior, gozaremos del gran milagro de la paz y la serenidad a pesar de nuestras grandes preocupaciones. Por algo más de una vez, el mismo Jesús subía al cerro a estar en comunión con su padre celestial. La contemplación del presente es la gran fortaleza para enfrentar los desafíos del futuro. Cuando conscientemente hacemos entrega de nuestro presente en manos de Dios, la contemplación se hace oración.
En este año en el que hemos vivido tantas situaciones únicas y muchas de ellas nunca vividas con anterioridad, centremos nuestra mirada en las bendiciones que Dios va derramando cada día en nuestra vida y vivamos con plenitud. Entreguemos en manos de Dios todos nuestros proyectos y planes del futuro. Que la confianza plena en la divina providencia nos mantenga en la serenidad y en la paz. Construyamos nuestro futuro, estando conscientemente en el presente.