
En época de crisis, de cara a una pandemia que aún no culmina y la restricción de visitas en las salas de internaciones y quimioterapias, organizaciones de acompañamiento a pacientes oncológicos tuvieron que “reinventarse y buscar la manera de ayudar desde lejos”.
Así lo confirmó la fundadora de la Asociación Civil Voluntades, Maia Ayrault a PRIMERA EDICIÓN en el Día Mundial de la lucha contra el Cáncer.
“Desde que empezó el tema del COVID todavía no podemos ingresar en los cuatro hospitales donde antes íbamos cama por cama a ver las necesidades de los pacientes”, señaló en referencia al Instituto Misionero del Cáncer, el Hospital Madariaga, el Hospital Pediátrico y el Hospital de Fátima.
Esta situación no sólo afecta a la asociación Voluntades sino a todas aquellas que trabajan con personas internadas. “Tuvimos que ver cómo le hacíamos llegar a los pacientes las mismas cosas que antes le llevábamos como medias, ropa interior, abrigos, pañales, elementos de higiene, etc.”, destacó.
Además “hizo mucha falta la contención, las charlas, el acompañamiento y las actividades que la organización proponía”. Factor muchas veces imprescindible, para personas que se encuentran en un estado de vulnerabilidad por cursar una enfermedad tan compleja.
“Es impresionante lo que la gente sufrió, nosotros llegamos a ser como sus familiares a tal punto que ellos se sujetaban de nuestra mano. También éramos una contención para sus seres queridos en la sala”, admitió.
A pesar que las donaciones se siguen entregando en la puerta de los centros, a raíz de esto, Voluntades comenzó a indagar sobre cómo organizaciones nacionales asistían a pacientes sin poder ingresar a verlos.
“Nos empezamos a capacitar con la ‘Asociación Donde Quiero Estar’ que está presente en 22 provincias, para que nos enseñen cómo era su trabajo en la pandemia”, confesó la voluntaria misionera. Fue allí que llegó la propuesta de trabajar con el arte como intermediario.
El arte de por medio
Una de las formas de trabajar con los pacientes oncológicos, que surgió como idea a partir del aislamiento, fue mediante acuarelas, lápices, plantillas y pinceles. Es así que la fundación acercaba a los centros de quimioterapia insumos artísticos para que los pacientes, mientras recibían en un brazo la medicación, con el otro realicen pinturas y dibujos, para luego cerrar con una exposición de pinturas hechas en la sala de quimio.
Por otro lado, también se enfocaron en asistir a familiares de pacientes con colchas, mantas y almohadones ya que muchas veces se sentaban fuera del establecimiento, en el piso, a esperar largas horas por sus seres queridos en tratamiento.
Único banco de ortopedia
La fundación Voluntades es la única en contar con un banco de ortopedia con muletas, bastones, andadores, férulas, fajas, hasta un colchón antiescara, “empezamos comprando, después la gente nos fue donando cuando fallecía algún familiar que usaba ortopedia”, afirmó.
Sin embargo, aclaró que siempre priorizan a personas de bajos recursos económicos, que no pueden acceder a esos elementos por cuenta propia, “no damos ortopedia a personas que sabemos que tienen para acceder, siempre es para gente humilde, del interior que, de hecho, son los más responsables en devolver después”.
En cuanto al 2022 desde la asociación admitieron que su principal proyecto es volver a entrar a las salas, aunque no sea por mucho tiempo. “Lo único que perdimos fueron los besos en la frente y abrazos de fuerza, algo que algún día iremos recuperando”, finalizó.