Una vez más, sobran evidencias para calificar como muy deficiente (en el mejor de los casos) al servicio de transporte de pasajeros en el área metropolitana integrada por Posadas, Garupá y Candelaria.
Por más que en la reciente audiencia pública por el aumento del boleto el Grupo Z intentara “vender” las “bondades” de su prestación o se tratara de silenciar a la mayoría de las posturas más críticas, lo cierto es que la voz de la calle se hace sentir día a día.
Frecuencias nocturnas casi inexistentes, cambios de horarios intempestivos (y nunca en beneficio del usuario) y numerosos barrios aislados desde la tardecita hasta la mañana siguiente son algunos de los más graves y recurrentes cuestionamientos de los pasajeros de los tres municipios donde el Grupo Z maneja la concesión.
Si con sólo repetir con insistencia los reclamos se pudieran solucionar las falencias, hace tiempo que los ciudadanos del área metropolitana viajarían como se merecen; pero no: los cambios requieren una decisión política y empresaria.
Por más que los gobiernos -provincial y municipal- traten de aportar infraestructura para alivianar la espera de los usuarios (las pocas mejoras que experimenta el sistema siempre son a costa del Estado, nunca de la concesionaria que recibe mucho y da muy poco), la espera sigue siendo espera: dos y hasta tres horas hasta que llega no ya tu colectivo, sino alguno que te lleve más o menos cerca de tu destino, como reflejan las críticas.
Así, no es extraño que una encuesta entre vecinos de Garupá plasme casi un 70% de disconformidad con el servicio que se presta. Y no es que los misioneros reclamen lujos, sino apenas unas condiciones mínimamente dignas para cualquier viajero. Algún día alguien tendrá que hacer algo al respecto.