Tempranamente este año los argentinos comprendimos que la inflación volverá a estar al tope de las preocupaciones. A fuerza de aumentos de precios cada vez más impactantes, ya antes de que concluya el primer trimestre entendimos que la lucha entre el IPC y los salarios volverá a dominar la agenda de intereses cotidianos, más allá de las internas políticas y de cómo se llegue a confirmar el acuerdo con el Fondo Monetario.
Incluso el presidente Alberto Fernández dedicó un párrafo de su presentación ante la Asamblea Legislativa para referirse a los precios al advertir que la inflación es “la principal preocupación” del Gobierno.
Y no es para menos porque, tal y como sucedió el año pasado, los alimentos vuelven a estar al tope de los aumentos. De hecho, los últimos registros indican que la dinámica de los costos de ese rubro empeoró en las últimas semanas, y casi no queda margen para ilusionarse con que la inercia se corte en lo inmediato.
Cabe reconocerlo… la suba de los alimentos es un fenómeno global. Pero también es destacable que en Argentina la sensación es más evidente por una inflación anual que desde hace décadas supera siempre los dos dígitos.
Al gobierno le preocupa el tema, pero nada dijo todavía acerca de cómo piensa solucionarlo más allá de las maniobras que implementó y que nada hicieron para frenar la inercia de los precios.