Se profundiza el impacto de la invasión de Rusia a Ucrania, especialmente sobre el norte de la ciudad capital, Kiev, y los mercados siguen recibiendo el golpe de la problemática bélica, ya que ambos países representan cerca del 29 % de las exportaciones mundiales de trigo, el 19% de las exportaciones de maíz y el 8 % de las exportaciones de aceite de girasol, que compite con el aceite de soja.
En esta jornada los mayores incrementos de precios se registraron en el mercado de trigo, donde el contrato con vencimiento en el presente mes subió un 17,88% o 84,69 dólares y la tonelada cotizó a 473,60 dólares, una cotización histórica y con incrementos por encima de su límite permitido. Se trata del cuarto día consecutivo de subas.
Desde el pasado 25 de febrero y hasta el viernes, los valores subieron casi 164 dólares y en lo que va del año cerca de un 40%, generando una suba en los precios de los alimentos y de la inflación mundial, donde muchas economías se están recuperando del impacto de la pandemia.
El mercado está observando que continúan sin operar los puertos de Ucrania, y que aumenta la incertidumbre por la oferta mundial. Al respecto, ya hay compradores que están buscando países alternativos para la importación, donde por ejemplo en el día de hoy Argelia anunció que habilitará la importación de trigo procedente de Francia, y por su parte Egipto usará sus reservas y de esa manera evitará comprar el cereal en el mercado internacional.
En lo que respecta al maíz, sus precios de la posición marzo de 2022 aumentaron un 1,63% o 4,82 dólares y la tonelada cotizó a 295,76 dólares, debido a que se espera que los exportadores de Estados Unidos realicen negocios adicionales ante las interrupciones del comercio en la región del Mar Negro.
Además, la analista de Reuters, Karen Braun, señaló que la situación puede empeorar en el caso que Ucrania no pueda iniciar su campaña de siembra en la próxima primavera, teniendo en cuenta que dicho país representa el 16% de las exportaciones y el año pasado alcanzó una cosecha de 42 millones de toneladas.
Por el lado de la soja, el contrato de marzo de 2022 subió un 16% o 1,01 dólar, y la tonelada cotiza a 617,39 dólares.
Según comentaron los analistas de la Bolsa de Comercio de Rosario, la oleaginosa incrementa sus valores por una sólida demanda de exportación, a lo que hay que agregar la incertidumbre en el mercado sobre una menor producción de los cultivos de América del Sur, especialmente en Argentina y Brasil, por los efectos de una sequía que se prolonga en diferentes zonas de la región.
La semana pasada, un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) reflejó que en la zona núcleo la producción de soja podría llegar a los 12,4 millones de toneladas, un 30% menos de lo que se proyectaba al inicio de la campaña, y se transformará en la producción más baja de los últimos 14 años.
La explicación es la fuerte sequía que afecta a los diferentes campos de la región. Además, se informó que hasta el momento son 2 millones de hectáreas las que se encuentran en un estado regular, y 670.000 hectáreas en malas condiciones, las cuales ya se consideran perdidas.
Mensaje
Ante la suba importante de los precios internacionales y su incidencia en el precio de los alimentos, aunque está demostrada que la misma es mínima, ayer durante una conferencia de prensa el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, sostuvo que el Gobierno no implementará medidas drásticas, como cierre de exportaciones o aumento de retenciones, para hacer frente a la situación.
Sin embargo, ayer el Gobierno anunció que acordó con una parte de la cadena agrícola (faltaban los productores, que rechazaron desde un primer momento la propuesta), la conformación de un fideicomiso de trigo que le permitirá subsidiar una parte pequeña del consumo interno de trigo, y que en principio regirá hasta el 31 de enero de 2024. Según consta en un comunicado, el objetivo de la medida es subsidiar las 800 mil toneladas de trigo que se destinan anualmente a la elaboración de paquetes de harina Triple Cero de 1 kilo y de los fideos secos de medio kilo.
El peso de Rusia en el trigo puede dar al mundo donde más duele
Vladimir Putin puede golpear al mundo en las tripas, literalmente. El jueves, cuando el presidente ruso envió misiles y tropas a la vecina Ucrania, los precios mundiales del trigo saltaron a máximos históricos. La interrupción de las cosechas en un país conocido como el granero de Europa y que representa el 8% de las exportaciones mundiales podría provocar graves déficits de suministro. Sería aún más perjudicial si Putin ejerciera el -mayor- peso en el cereal de Rusia.
Los agricultores ucranianos disfrutaron de una cosecha récord de 32 millones de toneladas en 2021. De ellos, 24 millones de toneladas –también un récord– se destinaron a la exportación, sobre todo a Egipto, Indonesia y Turquía. A muy corto plazo, es probable que los buques de guerra rusos en el Mar Negro interrumpan los envíos. Pero Ucrania ya había enviado dos tercios de sus exportaciones previstas en noviembre del año pasado, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Por lo tanto, es probable que el impacto inmediato en el mercado mundial del trigo sea limitado.
Lo que más preocupa es que el conflicto pueda prolongarse e interrumpir la cosecha ucraniana de este año, que se habrá plantado casi en su totalidad a finales de 2021. Es poco probable que el país se convierta en un importador neto en lugar de un exportador neto, lo que requeriría que la producción se redujera en unas tres cuartas partes.
Pero el mercado mundial del trigo está actualmente muy ajustado debido a las sequías en Siria, Irak e Irán. Antes de la invasión rusa, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) preveía que la demanda y la oferta estaban prácticamente igualadas, con 776 millones de toneladas cada una. En comparación, el año pasado el mundo disfrutó de un superávit de 15 millones de toneladas.
Una preocupación aún mayor es que Putin pueda convertir el trigo en un arma en represalia por las sanciones occidentales contra los bancos y multimillonarios rusos. Rusia está en camino de cultivar 76 millones de toneladas del grano este año, casi el doble de lo que necesita para alimentar a su propia población.
Impedir que su excedente de casi 40 millones de toneladas salga del país -más del 15% del grano comercializado anualmente- llevaría al mercado mundial a un fuerte déficit.
Por supuesto, esto también constituiría un daño a sí mismo. Los agricultores rusos se llevaron 8.000 millones de dólares en ingresos por exportaciones en 2020. Y los consumidores de pan de los países más pobres, para quienes los alimentos representan una proporción mucho mayor de los gastos diarios, se llevarían la peor parte. Es probable que esto haga la vida aún más difícil para los diplomáticos rusos en las Naciones Unidas. Sin embargo, podría no ser un obstáculo para un líder que ya se ha enemistado con tantos países y parece decidido a que se endurezcan las sanciones occidentales.
Fuente: Medios Digitales