El reciente acuerdo entre el país y el FMI, más su reciente trámite parlamentario, dejaron al descubierto, una vez más, las infinitas falencias y desórdenes de los que se sirve y nutre buena parte del sistema político argentino.
Como muchas veces a lo largo de la historia nacional, la intención de éxito de un diminuto grupo -en este caso un préstamo tomado por muy pocos en detrimento de millones-, sume a casi toda la sociedad en un océano de incertidumbres.
El monumental crédito tenía por objeto dos cuestiones básicas: robustecer el sistema económico-financiero del país y asegurarle el lugar a alguien de cara a un reelección que se le presentaba difícil producto de su propia gestión… ni lo uno ni lo otro.
El resultado, a la vuelta de estos años, pandemia y mala praxis de por medio, es la crisis profunda que sigue oprimiendo en la pobreza a más del 40% de la población.
En las últimas horas, ese penoso préstamo y sus obligaciones debieron ser sometidas a un debate legislativo que no hizo más que sumar capítulos al estrés social y al desgaste de la imagen de la clase política, incapaz de salirse de sus propios intereses para empatizar con las necesidades del pueblo.
La oposición saliendo en auxilio del oficialismo, pero con el afán de deslindarse de la responsabilidad histórica que la persigue. El oficialismo abriendo una saga de vanidades y dirimiendo sus internas en los recintos legislativos. Legisladores que se autodeclaran en las antípodas ideológicas y morales unos de otros, votando en el mismo sentido y con sospechosos argumentos similares.
Todo mientras fuera del Congreso de la Nación llueven piedras, palos y llamas en un nuevo enfrentamiento entre manifestantes y policías.
Seguramente Argentina toda no está representada en las imágenes y maniobras políticas de estos días, pero es difícil pensar en que las cosas puedan cambiar mientras la centralidad de los intereses de la mayoría transcurran siempre por los mismos lugares y personajes.
Salir de este loop es posible y depende de casi todos. Sin embargo, una vez más, volvimos al punto de partida.