La semana que termina estuvo signada por la confirmación legislativa del acuerdo con el Fondo, la ruptura del oficialismo en el Gobierno, las gruesas fisuras que el tratamiento en el Congreso dejó en la oposición y también por la continuidad de la guerra en Ucrania.
Pero sin lugar a dudas lo que más resonó en la agenda social fue la inflación y el costo de la Canasta Básica Total y, sobre todo, de la Alimentaria. Con un índice inflacionario de 4,7% impulsado por el rubro alimentos que subió en febrero 7,5 puntos porcentuales, un índice que no se advertía desde hace años.
Rápido de reflejos, pero flojo de argumentos, el Gobierno salió al cruce de ese dato y lo atribuyó a la guerra en curso (no la que va contra la inflación, sino a la que sucede en Ucrania) errando profundamente pues los efectos de los precios de los alimentos asociados a la contienda militar se verán con la inflación de marzo.
Otro dato de plomo de la semana que concluye fue la suba de las canastas que miden la pobreza y la indigencia. Esa última fue lapidaria dado que en febrero dobló el índice de la inflación rompiendo con cualquier proyección que pudiera haberse hecho.
Sin dudas el acuerdo con el Fondo frena en algo de inercia de la crisis, pero que no haya más semanas como esta dependerá de lo que se haga a partir de ahora con la macro.