Lo importante es relajarse nos decía el Profesor de Yoga José Hermógenes Andrade, insistiendo en que es posible relajarse siempre, además de los momentos en que disfrutamos acostados e inmóviles como vimos en la nota anterior.
Podemos sentarnos y hacer un alto en medio de las tareas para regalarnos unos minutos de paz y salud, en el ahora, sin hundirnos en el asiento, con los pies en el suelo, piernas y espalda descontraidas y verticales, cabeza alineada con la espalda, hombros flojos y manos blandamente apoyadas sobre los muslos, abiertas y con las palmas hacia arriba.
Luego cerraremos lenta y conscientemente los ojos sin comprimir los párpados, abandonando el control y procurando percibir el estado del organismo y del alma, quietos y calmos, mientras la respiración se profundiza con mucha suavidad.
Así podremos aprovechar bien esos minutitos en la mesa de trabajo o viajando en ómnibus. Los efectos psicosomáticos son notables porque nos recupera de las fatigas, alivia trastornos producidos por las tensiones y el exceso de trabajo, armoniza los procesos mentales, ayuda a suavizar las contracciones musculares, contribuye a la economía energética, favorece la vida afectiva y posibilita la vivencia de paz y profundización de la consciencia. Sobre todo las personalidades hiperactivas deben procurar relajarse siempre y dejar las decisiones importantes para después de un buen relax.
Y en caso de sentirnos muy nerviosos e irritados, busquemos aislarnos en un lugar tranquilo y, si no podemos acostarnos, sentémonos un rato induciendo la relajación desde la cabeza a los pies.
Pero hay ocasiones en que podremos mantenernos relajados estando de pie en el ómnibus o en las filas. Y si bien las piernas no podrán relajarse por completo, procuraremos beneficiar el mayor número de partes del cuerpo buscando la economía de esfuerzo y la armonía psicosomática.
Para ello nos mantendremos con la columna y el cuello en la misma línea vertical, los pies ligeramente alejados y sin rigidez, las manos pendiendo frente al cuerpo si es posible, incluso con los dedos entrelazados.
Así sentiremos brazos, espalda y vientre agradablemente distendidos, el semblante sin contracciones –principalmente los labios- y los ojos suavemente cerrados o abiertos pero no contraídos.
La respiración será libre pero consciente en lo posible. Una observación introspectiva nos mostrará si hay algún punto donde aún persista un esfuerzo innecesario y la mente invitará al aflojamiento generalizado.
Namasté.