A lo largo de nuestra historia como provincia pequeña periférica y, hay que decirlo, pobre, las distintas gestiones nacionales han soslayado las necesidades de nuestro territorio en mayor o menor medida; así no pocas veces estas necesidades verdaderamente básicas como las escuelas, el agua potable, la energía eléctrica, se realizan a partir de gestiones de los individuos que toman como compromiso personal resolver estas acuciantes situaciones de falencias.
Un grupo que se destaca en este tipo de actuar comprometido con la comunidad son los docentes; maestros, maestras, profesores en general que estando en contacto con jóvenes de distintos estratos sociales de la ciudad perciben desde primera fila la insatisfacción o frustración de estos futuros adultos, ciudadanos de un territorio que no tiene un futuro promisorio que ofrecerles, y se proponen a cambiar esta situación así como han cambiado a estos jóvenes por medio de la educación.
Quizás la más famosa de estos docentes comprometidos sea la célebre Clotilde González de Fernandez que gestionó la creación de la Escuela Normal Mixta, cuando en la provincia no existía ninguna escuela secundaria. Ella mandó cartas al Ministro de Educación de la Nación, al Consejo Escolar, a los distintos Inspectores de escuelas, contándoles la situación de Misiones y en especial de la ciudad capital, formó parte de la Sociedad Sarmiento y la Asociación del Magisterio de Misiones fundadas por el profesor Raúl Díaz.
Estas asociaciones agrupaban a más docentes como Mercedes Zavalia de Caminos y Rosa de Gibaja, entre otros; todos buscan, por medio de un censo entre todas las familias de Posadas visitándolas casa por casa, obtener las estadísticas necesarias para presentar a las autoridades para demostrar la necesidad de una escuela secundaria, así lograron que las autoridades nacionales reconocieran la necesidad y ordenaran la creación de la Escuela Normal que en principio formaba maestros en un ciclo de dos años de donde egresaron los jóvenes como maestros y maestras rurales. Casi todos los egresados de ella fueron a distintos pueblos del interior a formar a su vez las primeras escuelas de aquellos entonces remotos parajes, que darán origen a lo que hoy son ciudades importantes y pueblos destacados de nuestra provincia.
Estos docentes hicieron kermeses, veladas literarias, presentación de orquestas y conciertos, donde se cobraba entrada y lo recaudado se destinaría a poner a disposición para la construcción del futuro edificio escolar. De esta gesta nació la primera escuela normal de la provincia que además sería por mucho tiempo la única formadora de maestros y maestras para todo el territorio e incluso formadora de muchos docentes de ciudades fronterizas de países vecinos.
Consciente de la necesidad de formar a los jóvenes en otros oficios, Clotilde también impulsa la Escuela de Artes y Oficios donde junto a sus colegas enseñaban lo pertinente a oficios de bien para que los jóvenes adquirieran las primeras armas para ganarse la vida en el difícil mundo de principios del siglo XX, donde el destinos de los jóvenes iletrados más común en este territorio era el ser mensú o trabajar de sirvienta, lavandera, cocinera para familias pudientes o como dama de acompañamiento en un bar o bailanta de la zona del puerto.
Esta Escuela de Artes y Oficios, hoy EPET Nº1, tiene el honor de ser el primer colegio técnico en el país en aceptar a una alumna mujer en sus aulas, de aquí egresó la primer mujer con título técnico de Argentina, ya que en aquella época este tipo de educación era destinada exclusivamente a los varones, pero aquí se logró hacer una excepción.
Clotilde también fomentó la creación del Colegio Nacional “Martín de Moussy” de Posadas, que tantos dirigentes políticos formó para nuestra ciudad y provincia.
Por otro lado también está León Naboulet, que debe ser el más prolífico y multifacético caso histórico de docente comprometido con la realidad social de su tiempo. Era docente, periodista, escritor, político y militante social. Funda el Club Atlético Posadas, el Club de Ajedrez, la agrupación política conocida como la Unión Vecinal, formó parte de la Comisión Directiva fundadora de la Biblioteca Popular Posadas, muchas veces encarcelado y perseguido por sus ideas políticas, compartía un lugar en la mesa del grupo literario donde participaban tan destacados autores de nuestra ciudad y el país, siendo él mismo autor de destacadas obras de investigación periodística que hoy son fuentes de nuestra historia, se reunía en la redacción del diario la tarde, en la planta baja de la casa familiar de Mariano Diaz, junto a Macedonio Fernández y Ezequiel Leiva, con quienes compartían ideas contra la explotación del mensú, la corrupción del poder judicial de parte de las empresas navieras que dominaban a su antojo el Consejo Municipal local, a todo ello combatieron y no pocas veces ganaron aunque esa lucha les costara el ostracismo de nuestra ciudad.
Y así tantos otros como el profesor Gastón Dachary, Soriano Romero, Mercedes Zavalia de Caminos, Maria Isabel Amores, Emiliana Forastier, Rosario de Silva, Andres Bianchi, Juan Peralta, y tantos docentes que hicieron mucho más que enseñar sus disciplinas en las aulas, y que como los doce de quienes deriva su nombre fueron verdadera sal de la tierra, buscaron llevar la luz de un conocimiento a los más recónditos lugares donde aún prevalecía la oscuridad, dedicando su vida a ello.
De profesores y docentes depende el nivel cultural de los futuros ciudadanos, no solo la capacidad de resolver ejercicios matemáticos, componer oraciones, o consignar correctamente gastos en planillas contables, etc. etc. Los ciudadanos del mañana aportarán o no a la sociedad local según lo que hayan adquirido en sus años de formación básica. Las jubilaciones de los que hoy somos adultos serán, o no lo serán, parte del aporte que los niños y jóvenes de hoy logren crear fruto de su trabajo. El rol del docente como constructor, modificador, creador, restaurador de la realidad social presente y futura es insoslayable a los ojos de cualquier funcionario racional que busque el bienestar de la sociedad general, sociedad que lo designó para sostener o crear ese bienestar y no para perjudicarlo.
Hace poco nuestra ciudad destinó una inmensa cantidad de recursos para realizar conciertos gratuitos para el público pero que les costaron fortunas millonarias a los fondos públicos, estos recitales no tuvieron más objetivo que ganar la complacencia de los estratos generacionales a los que fueron destinados, jóvenes púberes y personas de la tercer edad, se buscaba complacer a los votantes que recién inician en la práctica de elegir a sus representantes y a los jubilados, ancianos o abuelos que aún votan sin estar ya en actividad laboral alguna, ambos estratos ejercen el voto desconectados del ejercicio de una actividad económica y desconociendo de primera mano la problemática que ello implica hoy en día.
Estos recursos gastados en actividades como estos recitales superan con creces los destinados a capacitación, infraestructura, insumos, aumentos de remuneración salarial del personal docente de distintas escuelas y colegios de la provincia, sin embargo se aprueban esos millonarios gastos sin ningún reparamiento en la implicación social benéfica, o no, para la sociedad en general, presente y futura, de estos recursos. ¿Qué criterios tienen los funcionarios para la elección del destino de los fondos públicos?
Hoy día se dice que un profesor no es profesional, sino un empleado público, siendo que el mismo término de profesional comparte su origen con el de profesor, término éste que en uso le precede y su existencia es mucho más antigua, profesional es quien profesa un saber o conocimiento al punto que es capaz de dar cátedra de ello. Es por eso que antes que se crearan las instituciones formadoras de docentes los “profesionales” eran los “profesores”, justamente porque eran los profesionales que había, en carencia de “profesores”, en la materia que se necesitaba impartir, así se tenía a abogados dando clases de cívica e historia, a arquitectos o ingenieros dando clases de cálculo, a médicos dando clases de salud o biología, a periodistas dando clases de letras, eran los profesores idóneos a falta de profesores de verdad.
Pero nuestra sociedad fue perdiendo el respeto a los docentes, relegándolos a un lugar de espectro laboral más injustamente valorado, no estamos siendo capaces de percibir las implicaciones negativas que tiene para nuestro futuro como sociedad el despreciar a los formadores de las futuras generaciones. Las gestiones gobernantes que son las autoras de políticas que menoscaban la educación son las responsables de la creación de un porvenir carente de cultura suficiente para mantener el entramado social cada vez más complejo.
El rol social del docente es insoslayable y va más a allá de su puesta en escena en las aulas, así como los conocimientos que cada uno de nosotros adquirió en las aulas de los distintos niveles educativos no se limitaron a servir solo en esos años de formación sino que marcaron nuestro futuro laboral y profesional durante toda nuestra vida, así también el rol del docente trasciende el espacio temporal y físico del ejercicio de su labor y repercute en el futuro del lugar que habiten cada uno de sus alumnos.