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Cada 26 de marzo es el día mundial de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino. El objetivo es impulsar la concientización sobre las medidas de precaución y los controles médicos necesarios que deben hacerse las mujeres para evitar la posibilidad de que el virus del papiloma humano (VPH) -según la cepa- pueda finalmente causar el cáncer.
En materia de políticas públicas, en Argentina está vigente el Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cervicouterino, que lleva al día datos afines e información necesaria.
Asimismo, resulta una buena oportunidad para hablar acerca de los ‘estigmas’ que existen sobre las personas que viven con alguna ITS (Infección de Transmisión Sexual) en general. En la sociedad todavía persisten tabúes que deben ser derribados, hoy en día si la infección es detectada a tiempo y la persona cumple con el tratamiento correspondiente, puede llevar una buena calidad de vida.
En Misiones sigue vigente el Programa Provincial de ITS, VIH/SIDA y Hepatitis Virales. En él se marcan líneas de acción para el diagnóstico de casos positivos, con el fin de garantizar un pronto inicio del tratamiento; o, en el caso de los negativos, seguir concientizando sobre los cuidados y las prevenciones. También los equipos trabajan en articulación con los municipios para lograr mayor convocatoria y eficiencia.
Según se informó desde el Ministerio de Salud Pública, en 2021 se duplicó la cantidad de testeos rápidos en toda la provincia, arrojando como resultado aproximadamente 6.500, sin contar aquellos que se realizan en cada municipio.
El Dr. Infectólogo Fabían Zelaya, responsable del Programa, dialogó con PRIMERA EDICIÓN y aseguró que “desde el Programa Provincial de ITS, VIH – SIDA y Hepatitis Virales trabajan la sensibilización, la concientización y la educación”.
Trabajar contra la estigmatización
Desde el equipo de profesionales intentan “informar, sobre todo a las personas sexualmente activas, que una de las mejores maneras de cuidarse es usando correctamente el preservativo”.
Y, por otro lado, según indicó Zelaya es muy importante trabajar por la “desmitificación” de las infecciones: “Para evitar la estigmatización, sobre todo de las personas que viven con VIH, es necesario hacer entender a la gente que esto dejó de ser una enfermedad mortal, para pasar a ser una infección crónica y tratable, aunque no curable por el momento. Hoy con los nuevos tratamientos que existen esas personas pueden tener una buena calidad de vida”.
De hecho, cabe mencionar que el proceso comienza incluso por el uso de las palabras. Ya no se habla de “pacientes”, sino de “persona que vive con VIH”.
El programa mantiene un enfoque interdisciplinario, ya que el objetivo es también “interiorizarse de la situación real que vive esa persona”, lograr su “adherencia efectiva al tratamiento” y también “relacionarse con la familia y su entorno”, con el fin de disipar dudas y mantenerlos informados.
“Se trata de abordar también la salud mental. Desde el punto de vista infecciológico se puede tratar en meses, pero si no se detecta, por ejemplo, que la persona consume drogas, es muy probable que no esté efectivamente adherida al tratamiento, es decir, se olvide de tomar las pastillas o pase por alto los controles médicos”, apuntó el doctor.
Muchas veces surgen más dudas por parte del entorno que de la persona diagnosticada. Padres, parejas, hermanos que la acompañan a retirar sus resultados de análisis están preocupados. Sin embargo, según relató Zelaya, el quipo de salud se dedica a “hablarle al grupo familiar”, para traer tranquilidad y explicar desde los conocimientos médicos que “el virus es tratable”, y “no es mortal como lo era en los 80”, mientras sea diagnosticado a tiempo y se cumpla con el correspondiente tratamiento.
La contención e información también son fundamentales para comenzar a ‘desestigmatizar’ estas infecciones. “La adherencia al tratamiento no implica solamente tomar las patillas y cumplir con los controles, también se realizan desde el Programa charlas informativas con pares, con personas que viven con VIH y cuentan su experiencia a los demás”, destacó.
Sobre el virus del Papiloma Humano (VPH/HPV)
Aunque se enmarca más precisamente en el ámbito ginecológico, Zelaya explicó que “dependiendo el tipo de lesión, el HPV en cuello uterino tiene tratamiento”. De hecho, y como otras infecciones de transmisión sexual, “si se diagnostica a tiempo no siempre deriva en cáncer”.
Por este motivo es fundamental llevar al día los controles ginecológicos necesarios que permiten detectar el virus. “Realizarse el papanicolau y la colposcopía en el tiempo que corresponde”, es una medida de prevención indispensable.
Acerca de la vacuna contra al HPV
Según la información brindada por Fundación Húesped, “la vacuna es muy efectiva en reducir la circulación de los genotipos de alto riesgo”.
En Argentina la vacuna incluida en el calendario es la conocida como tetravalente. La misma previene de los dos genotipos de alto riesgo más frecuentes (HPV-16 y HPV-18), responsables de cerca del 80% de los casos de cáncer de cuello uterino. Y protege además contra otros dos genotipos de bajo riesgo (HPV-6 y HPV-11), que se asocian con verrugas genitales.
A partir de octubre de 2011, la vacuna contra el HPV forma parte del Calendario de Vacunación argentino para todas las niñas a los 11 años. En estos casos se indican 2 dosis de vacunas. En el caso de las niñas y mujeres no incluidas en esta estrategia (las que tenían más de 11 años en octubre de 2011) será necesaria la evaluación individual por parte de un profesional médico, quién definirá en cada caso la necesidad de su adquisición y aplicación en el sector privado.
Por otra parte, en enero de 2017 se incorporó al Calendario de Vacunación a los varones de 11 años que nacieron a partir de 2006. De esta forma, no sólo se disminuye la circulación del virus y, como consecuencia, de la enfermedad en la mujer, sino que también se evita que ellos se contagien de enfermedades asociadas al virus, como cáncer de pene, ano, boca o verrugas genitales.
Fuentes: Fundación Huésped y Ministerio de Salud de la Nación