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Ahora que el abrupto final del gobierno de Raúl Alfonsín volvió a la agenda pública, tras el libro que Cristina Kirchner le regaló al Presidente – “Diario de una temporada en el quinto piso”, de Juan Carlos Torre- la frase, también de ese momento histórico, bien vale la pena para ilustrar el momento actual en relación a los aumentos de precios: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”.
Juan Carlos Pugliese, el veterano dirigente radical, les reprochaba con esa frase a las empresas formadoras de precios que no paraban con la escalada de aumentos, a pesar del pedido que les había formulado. Era marzo de 1989, la inflación de ese mes llegaba al 17%; al 22% al mes siguiente. La dinámica hiperinflacionaria estaba desatada.
Si a muchos les suena exagerado, hoy por hoy, comparar el escenario económico en el final de Alfonsín con la actualidad, también lo será poner en el mismo renglón aquellas urgencias con las de ahora. ¿Qué pensará Cristina Kirchher, quien sí comparó ambos períodos?
Pero más allá de la discusión histórica y de política económica entre ambos períodos, hay algo indiscutible: la escasa adhesión de las empresas líderes por acatar los reclamos de los funcionarios. Ayer, de Pugliese. Hoy, de Martín Guzmán. O de Roberto Feletti. Otra vez, salvando la distancia entre ambos históricos. Lo concreto, es que abril arrancó con una ola de aumentos de precios en los alimentos.
Se trata de incrementos extendidos a distintos rubros. Eso sí: en principio tienen una magnitud menor a los de inicios de marzo, que estaban impactados por el adelanto presidencial de que le declararía “una guerra contra la inflación”. Esa declaración no se tradujo en medidas concretas, pero a las empresas les sirvió como excusa para marcar una violenta ola de remarcaciones, que profundizaron la de por sí complicada dinámica inflacionaria.
Según detectó la propia secretaría de Comercio Interior, el aumento promedio en los precios de los alimentos en la tercera semana de marzo alcanzó la friolera del 14,5%.
Desde ese momento comenzaron las negociaciones con las empresas para retrotraer los valores a la semana anterior a la ola remarcatoria. Sólo hubo algunas correcciones, básicamente de parte de algunas cadenas de supermercados que se habían adelantado a los movimientos y no pudieron justificar esos ajustes superlativos en las góndolas.
Las subas en abril
Ya en el inicio de abril, las compañías líderes de la alimentación volvieron con las remarcaciones. Lo dicho más arriba, las subas abarcan a los principales rubros.
Las empresas lácteas, que vienen ajustando los valores de sus productos casi todas las semanas -en una mueven los quesos, en otra la leche fluida y en la siguiente los postres o leche en polvo-, arrancaron el mes con ajustes de entre 8% y 10%.
En los casos de los farináceos, los aumentos promedian el 7% (fideos, pan rallado, galletitas). Con un asterisco: algunas de las fábricas de galletitas sólo se concentran en las marcas y productos más redituables.
Argumentan que frente a un escenario marcado por la incertidumbre (local e internacional) en el mercado del trigo, hay que maximizar la rentabilidad. Por las dudas de que la situación global con el cereal, ya sea en cuanto a precios y cantidades, empeore.
Las empresas más grandes que elaboran aderezos también aplicaron incrementos, de hasta 15% en este inicio de mes. En el caso de las mayonesas, los incrementos pueden superar ese tope. También, y ya por una cuestión estacional, se vienen aumentos en todo lo que son sopas y caldos, que tienen su pico de demanda a partir de ahora y se extiende durante todo el invierno.
Estos incrementos se extenderán en los próximos días al mercado de las bebidas, ya sean gaseosas como cervezas y aguas. Es un rubro que viene liderando las subas. El constante incremento de precios en el rubro de los alimentos potenció la pelea interna en el seno del Gobierno, entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
El ala kirchnerista de la coalición gobernante quiere que Fernández sea audaz con el paquete anti inflación. Que no se limite a iniciativas que ya han demostrado sus limitaciones, como el fondo fiduciario del trigo y del aceite, que no pudieron impedir un brusco salto de los precios en las góndolas de los productos farináceos ni de los aceites.
Desde el kirchnerismo cuentan que la manera más eficaz de pelear a un shock externo, que elevó los precios internacionales de las materias primas, sería con una suba sensible de las retenciones a las exportaciones tanto de maíz como de trigo, también a las ventas de carnes como a las de leche en polvo.
Tanto en carnes como leche en polvo, las alícuotas de las retenciones se encuentran en el 9%, y el Gobierno podría subirlas al 15% sin pasar por el Congreso, a través de un simple DNU.
Los lácteos y la carne fueron de los rubros que más aumentaron en los últimos tiempos. También figuran en el ranking de mayores alzas en el último año: hasta 80% en los lácteos y hasta 65% en el caso de los cortes populares de carne, de acuerdo al último informe del INDEC.
Multa millonaria a molineras por suba de precios de la harina
La Secretaría de Comercio Interior multó a la empresa Molinos Cañuelas por $150 millones, por ejecutar una “práctica concertada” con cámaras empresarias del sector para fijar el precio de la harina y afectar, así, el “interés económico general”.
La multa también se extendió, con otros $150 millones, a la Federación Argentina de la Industria Molinera; con $93 millones a la Cámara de Industriales Molineros y con $51 millones a la Asociación de Pequeñas y Medianas Industrias Molineras, según la Resolución 322/2022 publicada en el Boletín Oficial, informó NA.
Tanto a la empresa como a las entidades empresarias, el Gobierno las acusó de “ejecutar una práctica horizontal concertada de fijación de precios mínimos e intercambio de información sensible en el mercado de la molienda de trigo y la comercialización de harina de trigo en todo el territorio nacional, con afectación al interés económico general”.
La Comisión Nacional de Defensa de la Competencia observó que la empresa y las cámaras involucradas “idearon, diseñaron, implementaron y monitorearon un acuerdo para la fijación de precios con el objeto de limitar la competencia entre las empresas molineras de trigo y harina”, justificó el Poder Ejecutivo.
Comercio Interior aseguró que Molino Cañuelas “fue la piedra fundamental de la estructura productiva y quien sostuvo a rajatabla las condiciones impuestas en el Acuerdo General de Defensa de la Libre Competencia en el Sector Molinero”. Según la investigación, ese acuerdo fue suscripto al menos por 107 empresas molineras el 13 de agosto de 2015.
Tensión interna
Lo que está en juego en las tensiones entre el Presidente de la Nación y su vice son cuestiones básicas sobre el rumbo que debería tomar la administración en los próximos meses.
Los chispazos con Cristina Kirchner son por el rumbo, porque la vice está convencida de que el cumplimiento del acuerdo con el FMI provocará otra crisis económica y le hará perder las elecciones al peronismo en 2023.
Desde el kirchnerismo reclaman que se ponga en marcha una suba de las retenciones a las exportaciones de trigo, maíz y girasol, pero la Casa Rosada no está de acuerdo. Habrá que seguir monitoreando la evolución de los precios durante las próximas semanas para ver si el Gobierno va por más medidas.
Fuente: iprofesional.com