El artista estudió arquitectura en Cracovia y trabajó durante algunos años en la construcción. Es a partir de los años 60 que Benksinski deja esta vida y comienza a interesarse por el mundo artístico. En esta época el artista se centra sobre todo en la fotografía y el fotomontaje.
Cómo se puede observar, las primeras fotografías de Beksinski ya son casi tan perturbadoras como sus pinturas: rostros arrugados, imágenes inquietantes o retratos sin rostro. Con el tiempo el artista se pasó completamente a pintura para la que no recibió ningún tipo de formación, pintaba óleo y acrílico sobre soportes construidos por él.
Cabe destacar que el artista comenzó a trabajar con una pintura que rozaba la abstracción y poco a poco avanzó hacia un arte más figurativo. En 1964 Beksinski triunfó en una exhibición en Varsovia y tomó la decisión de meterse de lleno en la pintura. Con el tiempo, se convirtió en una de las figuras más importantes del arte contemporáneo polaco.
Casi en los años 70 el artista comenzó con su etapa más conocida, él mismo llamó a esta época su periodo fantástico. Durante este tiempo pintó sus imágenes más perturbadoras: escenas de muerte, paisajes con calaveras o figuras deformes. En su período fantástico el artista afirmaba que pintaba para «fotografiar los sueños» aunque estas imágenes parecen más bien pesadillas, ¿no?
Pese a la oscuridad de sus obras, se dice que el artista era una persona alegre y agradable. Beksínski afirmaba que sus trabajos contenían temas optimistas e incluso humorísticos. En algunas ocasiones ha llegado a expresar que no conocía el significado de sus obras por lo que la gran mayoría no tienen título.
El pintor comatoso
Entre las múltiples teorías de este arte tan perturbador, encontramos una historia no confirmada sobre la historia del artista. Se dice que en 1998 sufrió un accidente tras el que entró en coma durante un año. Una vez salió del hospital Beksínski comenzó a pintar lo que vivió durante su muerte: lo que había visto y oído en el infierno.
No sabemos si esta historia es cierta o no, lo que si es verdad es que los últimos años del artista fueron una época muy dura: en 1998 murió su mujer y, años después, su hijo se suicidó. A pesar de todo, el artista continuó pintando hasta su violenta muerte en 2005, cuando fue apuñalado 17 veces, fue hallado muerto en su apartamento en Varsovia con 17 puñaladas en su cuerpo, dos de ellas fatales.
Robert Kupiec, el hijo adolescente del conserje del edificio, quien más tarde se declaró culpable, y un amigo fueron arrestados poco después del crimen. El 9 de noviembre de 2006 Robert Kupiec fue condenado a 25 años de prisión, y su cómplice, Łukasz Kupiec, a 5 años por la corte de Varsovia. Antes de su muerte, Beksiński se había negado a prestarle dinero a Robert (unos pocos cientos de złotys, apenas 100$).