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El incremento de la demanda de comida en los comedores comunitarios va en escalada. A esta realidad no escapa el que se encuentra en el barrio San Jorge. De “Doña Pila” unas 50 familias, con al menos cuatro o cinco integrantes cada una, retiran el almuerzo los miércoles, sábados y domingos y dos veces por semana (martes y jueves) la merienda.
Héctor Fernández, que se encuentra al frente del comedor junto a su esposa Cristina Navarro, quien colabora en la cocina junto a Encarnación “Yiya” Villagra cuenta que la necesidad en la zona ha generado que “más personas se acerquen a pedir para retirar la comida. Incluso de otros barrios, que son aledaños al San Jorge”.
Además contó que en la zona hay algunos asentamientos y la mayoría de las familias son de bajos recursos, se mantienen de changas y trabajos temporales o de planes sociales.
“Estamos dando alimentos a unas 250 personas. Antes venían los chicos a retirar, pero se iban a la casa y al rato volvían pidiendo más. Les preguntábamos qué había pasado y nos decían mi papá, mi mamá comieron y no alcanzó para nosotros”.
Ante esta situación, tomaron la decisión de comenzar a construir mesas, bancos y dotar el comedor con comodidades para servir a los niños el almuerzo y la merienda en el lugar, además para que no estén en la intemperie los días de sol o lluvia.
“Ahora por la pandemia volvimos a entregar la comida, cada familia viene y retira las porciones”, detalló Héctor.
El comedor, nació hace 15 años en honor a la madre de Héctor, “Doña Pila”, como la conocían en el barrio. “A ella le gustaban mucho los chicos, los cuidaba y por eso montamos esto. Al principio venían pocos chicos, los que estaban en la calle. Comenzamos a cocinar en casa y se acercaban unos 5 niños”, recordó.
En la actualidad, además de servir el almuerzo y la merienda, los sábados los niños cuentan con clases de apoyo escolar, a cargo de la docente Griselda Rodríguez. También, algunas veces al año, a partir de acuerdos con Salud Pública se acercan al comedor a controlar el peso, talla y también colocar vacunas. Y como una manera de ofrecerles un entretenimiento, algunos fines de semana van a la cancha cercana y realizan partidos e incentivan el deporte.
Para las fechas especiales, como Navidad, Año Nuevo o Pascuas, los responsables del comedor tratan de brindarles otro tipo de atención, cocinando un asado e incluso entregando obsequios a los niños. Para el próximo sábado 16 tienen previsto regalarles huevos de pascuas.
Hoy la demanda “creció un 20%. Al principio la gente más grande tenía vergüenza de venir, pero nosotros le dijimos que deben acercarse y si tenemos les vamos a brindar lo que tenemos”, afirmó el impulsor del comedor.
En cuanto a los recursos y el incremento de los insumos, Fernández expuso que requieren de unos 12 mil pesos por día para la elaboración del almuerzo.
“Siempre les brindamos la mejor calidad, comidas sabrosas pero el costo ahora es mayor. Hace unas semanas pagaba 3 kilos de puchero 700 pesos y ahora el kilo cuesta 400 pesos. Todo fue subiendo. A la carne se le tiene que sumar el arroz , las verduras o el poroto o lenteja”, agregó.
Pedido de colaboración
Si bien cubren el 70% de los alimentos que producen con los fondos que les gira la provincia, la necesidad de la gente de la zona es aún mayor. Desde el comedor siempre ayudan a las familias con ropas, calzados, útiles escolares, juguetes, entre otros.
“Las familias tienen muchas necesidades, incluso se acercan de otros barrios a pedirnos cosas, elementos para los chicos para la escuela, chapas, de todo y se ayuda en la medida que podemos”, detalló Fernández.
Agregó que la gente del municipio es muy solidaria, “nos traen cosas para donar a las familias, la Municipalidad nos trae las galletas para las meriendas y nos donan alimentos no perecederos, pero siempre falta. En materia de equipamiento tenemos todo, siempre falta mercadería para llegar a más familias”.