Que la carga tributaria de la Argentina al sector privado es enorme y sofocante no es ninguna novedad. Tampoco el incremento de la inflación a la que el Gobierno le declaró una “guerra” que, en la práctica no se ven resultados.
Sin embargo, cuando se pone en la balanza la carga tributaria que se aplica entre Nación, Provincias y Municipios a los alimentos de la canasta básica de los argentinos, ambas cuestiones no hacen más que confirmar las limitaciones mayores que tiene el poder adquisitivo de las familias. Lamentablemente, eso termina traducido en mayor pobreza, aún cuando se trate de personas asalariadas pero que ganan de manera insuficiente para comprar lo mínimo indispensable para la subsistencia.
Misiones viene planteando hace mucho tiempo la necesidad de modificar esa carga impositiva a las diferentes actividades económicas y, en una propuesta particular en manos hoy del ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas (el que no atiende el teléfono siquiera al gobernador Herrera Ahuad), para que ese IVA que se aplica a los alimentos se pueda devolver a los consumidores de la tierra colorada.
Lejos de modificarse la aplicación de impuestos y de bajarse las alícuotas en un Estado deficitario, que requiere de más y más recursos, los consumidores están “condenados” a pagar la falta de soluciones a los problemas mediante los tributos.
Claro que cualquier Estado -en particular esta Argentina sin un plan- requieren de recursos financieros para seguir adelante. Sin embargo, la carga del problema la tienen los trabajadores y sus familias que aportan y aportan sin ver un sacrificio similar de la clase gobernante, que agranda el Estado para que los indicadores no sean peores de lo actual. Esa no parece ser una salida permanente a un enorme problema.